SALMO 37/ ANTE LA MALDAD HUMANA



No te enojes por causa de los malvados, ni envidies a los que cometen injusticias, porque pronto se secarán como hierba y como césped verde se marchitarán... Espera un momento: ya no está el malvado, fíjate en su sitio ¡Ya no está! (Salmo 37:1,2 y 10)


Si uno, aunque sea por un momento, sale de su egocentrismo y pequeño universo y mira alrededor suyo, no puede por menos que sentir desánimo y frustración ante la maldad y la injusticia que lo rodea. ¡Hay tanta gente que sufre a consecuencia de la violencia, la corrupción, la maldad, la injusticia, la opresión, la discriminación, la pobreza! ¡Hay tanta impunidad para el injusto, el corrupto, el que usa fabrica y usa las leyes en beneficio propio! El justo desfallece y no es extraño que en ocasiones piense si realmente vale la pena el seguimiento de Jesús, si no será una actitud de huida y abandono el centrarnos en la iglesia y la alabanza para anestesiarnos ante un mundo que parece a la deriva y dejado de la mano de Dios. 

Pero este salmo apunta claramente hacia el futuro y, en este sentido, es totalmente escatológico. El salmista admite esa horrenda realidad de la maldad y el imperio del injusto, sin embargo, pide al lector que mire más allá, que aunque sea por un momento vea las cosas desde la perspectiva de Dios, quien controla y dirige la historia. Hacerlo nos genera esperanza, nos ayuda a seguir adelante día tras día practicando el bien, venciendo el mal a fuerza de la práctica obstinada del bien y a continuar orando y anhelando que su Reino venga.


¿Por qué es importante vivir deseando, anhelando, orando y trabajando para que Reino venga?

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