SALMO 31/ DESTINO
Mi destino está en tus manos. (Salmo 31:16)
Este salmo es una mezcla de angustia y esperanza a partes iguales. El salmista no le esconde al Señor su situación física, social y emocional. El mundo de David parece resquebrajarse a su alrededor sin solución de continuidad, no importa lo que haga no parece haber solución. Pero se produce una inflexión cuando afirma que su destino, su confianza está depositada en el Señor, quien es confiable como una sólida roca.
Al leer las palabras que he reproducido reflexionaba sobre el carácter dinámico que tiene la vida. Hay momentos que sentimos que estamos en la cima, el viento soplando con toda fuerza en la popa y todas las circunstancias bajo control; nos sentimos invulnerables, dueños de nuestra vida y que nada ni nadie puede pararnos. Al día siguiente las cosas cambias; la vida da un giro brusco y sentimos que hemos perdido el control y con él toda la sensación de seguridad, estabilidad y autosuficiencia. Creo que las palabras del salmista son un buen antídoto para manejar la vida y sus circunstancias; en todo momento no debemos perder de vista que nuestro destino está en las manos de Dios.
Por eso, en los buenos momentos damos gracias al Señor por todo lo que somos y tenemos, por su bondad y su providencia hacia nosotros y, a la vez, desarrollamos un sentido de humildad, conscientes de que en cualquier momento las cosas pueden ser diferentes. En los malos momentos descansamos y confiamos en la roca sólida que es Dios, quien, como afirma el salmista, tiene nuestro destino en sus manos. Para mí, personalmente, el salmo me ofrece una doble invitación que nace de esta convicción de que toda mi vida está en las manos del Señor, humildad y confianza.
¿En manos de quién o qué está tu vida? ¿El azar, el mercado, la casualidad, la suerte? ¿Qué implicaciones para tu vida cotidiana tiene tu respuesta?
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