2 CORINTIOS/ MINISTROS DE UN NUEVO PACTO/ 2 CORINTIOS 3:1-6
No presumimos, pues, de estar capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta: nuestra capacidad proviene de Dios. Él fue quien nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; y la letra de la ley es causa de muerte, mientras que el Espíritu lo es de vida. (2 Corintios 3:5-6)
Lector, no sé quién eres, pero déjame que te cuente algo. Una vez en el tiempo y en el espacio decidimos rebelarnos contra Dios y su autoridad y declararnos nuestros propios dioses. Como consecuencia, el mundo se convirtió en el desastre que vemos a nuestro alrededor. Mientras tomaba mi café, antes de tener mi tiempo de lectura de la Palabra, escuchaba que 50000 niños trabajan esclavizados en África extrayendo el cobalto que alimento nuestro celular de última tecnología ¡Así es nuestro mundo, cerremos o no los ojos al mismo!
Sin embargo, Dios decidió que las cosas no quedarían así y envió a Jesús al mundo para, como dice la Escritura, volver a reconciliar a todo el universo consigo mismo por medio del Maestro y a ti a mí nos ha invitado a unirnos juntamente con Él en ese glorioso y trascendente ministerio de restaurar y reconciliar el universo.
De nuevo, no sé quién eres, pero te quiero suplicar en el nombre de Jesús que no renuncies a tu identidad y tu misión. Eres mucho más que una dueña de casa, un pensionista, un fontanero, un profesor universitario, un estudiante en cualquier nivel del programa educativo, una jueza, una doctora, una peón de la construcción y así, un etcétera tan largo como desees para que tú también te incluyas en él.
¡Claro que no so somos competentes por nosotros mismos! Es de Dios de quien viene nuestra competencia, de su poder que actúa en nosotros por medio del Espíritu Santo que obra en nosotros y que nos capacita para hacer algo que está al alcance de todos y cada uno de nosotros sin excepción, orar por nuestro prójimo y hacer el bien siempre y cuando podemos a quienes lo merecen y aquello que no. Así imitamos al Maestro de Jesús y nos unimos a Él en el ministerio de hacer que este universo sea lo que Dios pensó.
¿Qué está pasando con tu identidad y misión? ¿Por qué has renunciado a ella?
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