MALAQUÍAS/ DE SEGUNDA CALIDAD/ MALAQUÍAS 1
Ustedes traen a mi altar pan indigno, y preguntan todavía: “¿En qué te ofendemos?” Ustedes me ofenden cuando piensan que mi altar puede ser despreciado 8 y que no hay nada malo en ofrecerme animales ciegos, cojos o enfermos.» ¡Vayan, pues, y llévenselos a sus gobernantes! ¡Vean si ellos les aceptan con gusto el regalo! 9 Pídanle ustedes a Dios que nos tenga compasión. Pero si le hacen esa clase de ofrendas, no esperen que Dios los acepte a ustedes con gusto (Malaquías 1:7-8)
El pueblo cumplía la forma -de mala manera pero la cumplía- de la Ley pero no el espíritu de la misma. Ofrecían las ofrendas que ésta requería, pero ofrendas de mala calidad, de segunda clase, carentes de valor, ofrendas que no hubieran tenido el valor de presentarles a sus autoridades civiles como pago de sus tributos porque no habrían sido aceptadas. No le daban lo mejor al Señor, le daban aquello que les sobraba, aquello que, de cualquier manera, no podían sacarle ningún otro beneficio.
La reflexión es acerca de qué tipo de servicio le ofrecemos a Jesús aquellos que nos denominamos sus seguidores, qué calidad tiene. El equivalente contemporáneo del pasaje de Malaquías sería ofrecerle al Señor aquello que nos sobra después de haber satisfecho todas nuestras necesidades. Sería hacer las cosas sin excelencia ni calidad, de cualquier manera, sin poner amor, corazón y dedicación. Sería cumplir el trámite en el servicio y todavía pensar que estamos haciendo un favor y que contenta debería estar la gente con lo mucho que hacemos.
El Señor no necesita ni quiere un servicio de este tipo, nos lo podemos quedar y dejar de hacerlo sin ningún problema porque Dios, no solamente no lo aprecia, sino que además le disgusta profundamente y lo considera ofensivo, indigno de Él y de la relación que se supone que tenemos con Él. Si no puedes darle lo mejor al Señor, no le des nada. Si piensas que tu servicio es un favor a Dios y a otros, no lo hagas, césalo, es ofensivo y sólo muestra que no has entendido nada de nada y tienes un serio y profundo problema en tu corazón.
¿Qué calidad tiene aquello que le ofreces al Señor?
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