JESÚS/ PERDONAR/ MATEO 6:5-14



14 Porque, si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. 15 Pero, si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados. (Mateo 6:14-15)

El perdón de Dios para mi vida es esencial y fundamental. Vivo con la conciencia de no ser el tipo de ser humano que Dios espera de mí y, a menudo de forma consciente, quebranto su ley y voy abiertamente en contra de su voluntad (Ahora mismo, al escribir estas líneas, vienen a mi mente situaciones recientes en las cuales he obrado del modo que he descrito). Si no pudiera contar con su perdón ¿Qué sería de mí?

Ahora bien, en este pasaje Jesús es claro, contundente, directo y radical, y me dice que no espere el perdón de Dios a menos que yo esté dispuesto a otorgar mi perdón a aquellos que me han ofendido, hecho mal, maltratado, abusado y todo el largo etcétera que queramos incluir aquí. No hay posible interpretación alternativa. No hay diferentes escuelas que se acerquen al texto de modo diferente. Perdona si quieres ser perdonado.

Cada vez tengo una certeza creciente que los mandamientos de Dios tienen como sentido beneficiarme. En otras palabras, están dados con el propósito de protegerme, bendecirme, liberarme. Me he dado cuenta que cuando me niego a perdonar mi ofensor continua teniendo poder sobre mí y tiene la capacidad de continuar afectando negativamente mi vida. El ofensor no sólo me dañó un día, continúa haciéndolo día tras día mientras el rencor, la amargura, el resentimiento crece en mi vida, me contamina y me va destruyendo poco a poco. Es por esta razón que Jesús nos exige perdonar, porque nos quiere liberar.

Yo no soy un iluso que no sé nada ni entiendo acerca del dolor humano. La principal razón para no perdonar es el dolor. Es muy posible que personas que estén leyendo estas líneas estén reviviendo el profundo dolor y sufrimiento que les fue infringido. Totalmente cierto. Sé que la única forma de superar ese dolor real y vívido  para poder perdonar es meditar una y otra vez en el que experimentó Jesús por nosotros para que nosotros pudiéramos ser perdonados por el Padre. Sólo la meditación en tanto amor por mí puede generar la fuerza espiritual y emocional para perdonar -y perdonar es un proceso- tanto dolor como nos ha sido causado.

No perdonar es una opción. Una opción por la muerte, la esclavitud y la amargura.



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