CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ ACERCA DE LA PAREJA DE DIOS PARA TU VIDA/ 7: 21-40



De acuerdo con la ley, la mujer casada está ligada a su esposo mientras este vive; pero si su esposo muere, queda libre de casarse con quien quiera, con tal de que sea en el Señor. (1 Corintios 7: 39)

Una de las ideas muy extendidas entre los seguidores de Jesús, para la cual no encuentro base bíblica, es aquella de que el Señor tiene un hombre o una mujer para cada persona y que, por tanto, debemos discernir quién es esa persona única y especial -esa media naranja- reservada para cada uno de nosotros. 

En este capítulo el apóstol habla de forma extensa acerca del matrimonio y no dice nada al respecto, antes al contrario y de forma sorprendente, afirma que uno se case con quien quiera, eso si, dentro del Señor, lo cual podría ser claramente interpretado con casarse con otra persona que sea un seguidor o seguidora de Jesús según sea el sexo de cada cual.

Esto parece indicar que Dios nos da total libertad de elección dentro de un margen o marco de referencia que establece -con tal que sea del Señor-. La implicación es que podemos escoger aquella persona que nos parezca mejor, más idónea, la que comparta con nosotros un proyecto de vida, aquella que tenga la misma perspectiva en cuanto a ser agentes de restauración y constructores del Reino, en definitiva, hay mucho margen para escoger y no la angustia de tener que discernir si esta será aquella persona reservada para nosotros desde antes de la fundación del mundo.

El Señor reemplaza esta angustia y ansiedad con el proceso maduro, reflexivo y en oración de discernir si con tal o cual persona podemos desarrollar juntos un proyecto de vida que realmente honre al Señor.

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