HECHOS 9. EL TESTIMONIO APOSTÓLICO EN JERUSALÉN 7
5 Al día siguiente, el Concilio —integrado por todos los gobernantes, ancianos y maestros de la ley religiosa— se reunió en Jerusalén. 6 El sumo sacerdote, Anás, estaba presente junto con Caifás, Juan, Alejandro y otros parientes del sumo sacerdote. 7 Hicieron entrar a los dos discípulos y les preguntaron:
—¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho esto?
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
—Gobernantes y ancianos de nuestro pueblo, 9 ¿nos interrogan hoy por haber hecho una buena obra a un inválido? ¿Quieren saber cómo fue sanado? 10 Déjenme decirles claramente tanto a ustedes como a todo el pueblo de Israel que fue sanado por el poderoso nombre de Jesucristo de Nazaret,[b] el hombre a quien ustedes crucificaron pero a quien Dios levantó de los muertos. 11 Pues es Jesús a quien se refieren las Escrituras cuando dicen:
“La piedra que ustedes, los constructores, rechazaron
ahora se ha convertido en la piedra principal”[c].
12 »¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos».
13 Los miembros del Concilio quedaron asombrados cuando vieron el valor de Pedro y de Juan, porque veían que eran hombres comunes sin ninguna preparación especial en las Escrituras. También los identificaron como hombres que habían estado con Jesús. 14 Sin embargo, dado que podían ver allí de pie entre ellos al hombre que había sido sanado, no hubo nada que el Concilio pudiera decir. 15 Así que les ordenaron a Pedro y a Juan que salieran de la sala del Concilio,[d] y consultaron entre ellos.
Pedro y Juan son llevados ante el consejo de gobierno de los judíos y allí son sometidos a interrogatorio debido al revuelo que se ha armado como consecuencia de la curación de hombre cojo. Este pasaje narra la primera parte de este episodio.
Al leerlo vino a la mente las palabras de un terapeuta cristiano quien afirmaba que hemos sido creados para vivir en un jardín, Edén, pero, sin embargo, a consecuencia de nuestro pecado vivimos en un gueto. Pero, no obstante, todo nuestro ser aspira, como diría el poeta inglés Milton, por ese paraíso perdido.
Y pensaba lo dicho anteriormente al meditar en la frase de Pedro, en ningún otro hay salvación al margen de Jesús. Creo de todo corazón que todo ser humano lucha, de manera consciente o inconsciente, por ser salvado. Dicho de otro modo, todo ser humano lucha por ese jardín perdido. Del mismo modo, todo ser humano, nuevamente de forma consciente o inconsciente, busca la salvación de formas diferentes, persigue aquello que cree, piensa, espero o intuye que le devolverá el paraíso arrebatado por el pecado. ¿Qué ser humano no persigue y desea ser feliz?
Creo que las palabras de Pedro son muy actuales y muy profundas. Sólo hay auténtica salvación en Jesús, en imposible al margen de Él encontrar ese paraíso perdido, no ya después de la muerte, sino aquí y ahora.
Un principio
Todo ser humano busca la salvación.
Una pregunta
¿Dónde buscas tú la salvación?
Comentarios
Publicar un comentario