SALMO 51. TEN PIEDAD

Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito
y limpia mi pecado.
Porque yo reconozco mi culpa
y tengo siempre presente mi pecado.


El salmo 51 está dividido en tres secciones naturales. La primera comienza con la expresión, ten piedad de mí, y se centra en el reconocimiento por parte del salmista de su pecado, rebelión y desobediencia ante Dios.

La segunda, vinculada a la anterior, comienza con la expresión, crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y narra la petición por parte de David del cambio que implica siempre la confesión. No confesamos únicamente para liberarnos del sentimiento de culpa, sino para cambiar nuestras actitudes, motivaciones y acciones.

La tercera y última, es la consecuencia natural de la confesión y el cambio, la proclamación, y comienza con la frase, enseñaré a los malvados tus caminos. Quien ha sido perdona y cambiado lo comparte con otros.

El salmo es para mí un nuevo desafío y oportunidad. Desafío a no permitir que el pecado en sus múltiples facetas y manifestaciones anide en mi corazón y arraigue. Oportunidad, porque la confesión me permite una y otra vez poner al día mis cuentas con Dios y hacer los cambios que me exige y espera de mí.

Un principio

La confesión es un desafío y oportunidad

Una oración

La oración de confesión que nos da la oportunidad de poner al día nuestras cuentas con Dios.

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