MIEDO

He comenzado la lectura del libro de Deuteronomio, el último de los libros del Pentateuco. Este libro transcribe los discursos de despedida de Moisés al pueblo de Israel antes de que este entré en la tierra prometida después de los cuarenta años de peregrinaje por el desierto a causa de su incredulidad.

Esta articulado en forma de discursos. En este primer discurso, Moisés les recuerda el fracaso en entrar en la tierra que Dios les había concedido y atribuye las causas a su miedo y su incredulidad. Tuvieron miedo de la realidad que tenían que enfrentar, ciudades amuralladas, pueblos poderosos y bien armados e incluso la presencia de gigantes. Fueron incrédulos, no creyeron que el Señor pudiera ser más poderoso que sus enemigos.

Durante los tres primeros capítulos, los que he leído hoy, Moisés habla en varias ocasiones de tener miedo. He pensado en mi propia realidad personal y como, ha menudo tengo miedo de la sociedad que me rodea y de las personas que la componenen.

Me refiero a un miedo relacionado con el mensaje del evangelio y cómo responderán al mismo si los confronto con él. A veces creo que no tengo una visión realista de las realidades de las personas y que su aparente seguridad y aplomo me impresionan y causan miedo y no me doy cuenta que detrás hay personas débiles, necesitadas, rotas, humanas y necesitadas del evangelio de Jesús que restaura.

Quiero pedirle a Jesús que no me ayude a sentirme paralizado por ese miedo escénico.

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