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ECLESIASTÉS: HOY

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Por eso, he descubierto que para el ser humano no hay más felicidad que disfrutar de sus obras, porque esa es su recompensa. (Eclesiastés 3:22) Hay temas que son recurrentes en Eclesiastés y el disfrute de la vida es uno de ellos. Ya anteriormente el autor del libro había insistido en que ese disfrute es un don de Dios. Al leerlo de nuevo ha venido a mi mente, por asociación, el pasaje de Pablo escribiendo a los filipenses donde habla acerca del contentamiento. El lo explica como su capacidad de encontrarle sentido y plenitud a la vida al margen de cuáles fueran sus circunstancias. El afirma dos cosas importantes en ese sentido: La primera, que ese estado de satisfacción se puede experimentar tanto a las duras como a las maduras. La segunda, que ese tipo de actitud ante la vida no es innata, sino que más bien se aprende. Él mismo tuvo que aprenderlo y así lo indica.  Estamos demasiado acostumbrados a pensar que nuestra capacidad de ser felices y estar a gusto de...

ECLESIASTÉS: ETERNIDAD

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Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. (Eclesiastés 3:11) La afirmación de la Biblia es que en nosotros existe un sentido de eternidad. En ausencia de una forma mejor de explicarlo lo interpreto como una vocación hacia el sentido, el propósito y el significado. A pesar de que en los últimos doscientos años se ha erosionado de forma intencional la singularidad del ser humano, no podemos vivir como simples animales. Nos dijeron que somos única y exclusivamente un producto de una evolución ciega. Somos lo que somos pero pudimos ser cualquier otra cosa. Nos dijeron que la única diferencia entre nosotros, un árbol o una piedra, es la manera en que los elementos químicos se han combinado. Nos han afirmado que toda nuestra vida emocional e intelectual queda resumida a simples impulsos eléctricos. La consecuencia lógica de todo ello es que n...

ECLESIASTES: TIEMPO

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Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento. (Eclesiastés 3:1) Los antiguos griegos cuando se referían al tiempo tenían dos conceptos diferentes: kronos y kayros. El primero se refería al tiempo secuencial, el paso de las horas, los días, las semanas y los años. Kayros se refería a ese tiempo que se da cuando se ha de dar; cuando es el momento; cuando las circunstancias se han alineado para que el kayros se de. Todos nosotros hemos experimentado en alguna ocasión que era el tiempo para hacer algo o para dejar de hacerlo; para comenzar una relación o terminarla; para acometer un proyecto o no hacerlo. Tal vez no sabríamos explicarlo con demasiada claridad pero intuíamos que el kayros había llegado.  Nosotros nos movemos en la dimensión del kronos e intentamos controlarlo. Es por eso que usamos relojes, calendarios y agendas. Es la razón por la que planificamos e intentamos manejar el tiempo. Sin embargo, Dios se mueve en la dimensión del kayros...

¿HAY LUGAR EN TU VIDA?

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Y sucedió que mientras estaban en Belén, se cumplió el tiempo del alumbramiento. Y María dio a luz a su primogénito; lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (Lucas 2:6-7) Hoy es la víspera del día en que celebramos el nacimiento de Jesús, para muchos de nosotros, nuestro Señor y Salvador. Meditaba sobre este breve texto del evangelio de Lucas. Es sorprendente que el creador y sustentador del universo no encontrara un lugar digno donde nacer; todo estaba ocupado y nadie se dignó a dejarle un espacio salubre. Acabó en un establo; con toda probabilidad rodeado de los animales domésticos de aquella posada. El pasaje me ha llevado a pensar cuán similar es la situación hoy en día. Jesús desea tener una relación personal con nosotros pero, desgraciadamente, no hay  lugar para Él en nuestro corazón; este está lleno de tantas cosas, tantas preocupaciones, tantas prioridades que ya no queda espacio para ...

ECLESIASTÉS: GOZO

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No hay para el ser humano más felicidad que comer, beber y disfrutar de su trabajo, pues he descubierto que también esto es un don de Dios. (Eclesiastés 2:24) Esta es una afirmación de gran profundidad. El paso del tiempo me ha permitido comprobar que hay mucha gente incapaz de disfrutar de la vida por numerosas razones. En ocasiones, están más centrados en aquello de lo que carecen que en aquello que tienen. Otros viven pendientes del "y si", es decir, tan sólo si tuviera esto o lo otro, entonces si sería feliz. Otros son incapaces de aceptar las circunstancias de la vida y desearían que fueran diferentes. Todo lo anterior es legítimo pero triste cuando nos impide gozar de la vida. Dice el autor del libro que esa capacidad de gozar es algo que viene de Dios. No creo que Él lo otorgue de forma indiscriminada, es decir, que a uno les toca y a otros no. Pienso más bien que el caminar de forma constante con el Señor va produciendo en nuestras vidas una capacidad de ...

ECLESIASTES ¿COMPENSA?

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¿Que le queda, entonces, al ser humano de todas las fatigas y afanes que lo atarean bajo el sol? Todos sus días son dolorosos, su tarea penosa, y ni de noche descansa, ¡También esto es ilusión! Los antiguos griegos tenían dos palabras para referirse a vida: "zoe" y "bios". Mientras que bios se refería a la dimensión meramente física de la vida, aquella que compartimos con los animales que también son seres vivos, zoe hacía referencia al sentido trascendente de la existencia, aquel que es propio únicamente de los seres humanos. De tal modo que para un griego clásico una persona podía estar muerta desde el sentido zoe de la vida aunque aún mantuviera sus constantes vitales intactas.  Creo que la reflexión que hace el autor de Eclesiastés en la última parte del capítulo dos -de la cual sólo he transcrito leo fragmento final- tiene relación con esta doble perspectiva de la vida. El predicador se cuestiona si vale la pena tanto esfuerzo de llevar a cabo dí...

¿LOGROS?

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No negué a mis ojos nada de cuanto deseaban, ni me privé de alegría alguna, pues disfrutaba de todos mis afanes y esa era la recompensa de todas mis fatigas. Entonces reflexioné sobre todas mis obras y sobre la fatiga que me habían costado, y concluí que todo era ilusión y vano afán, pues no se saca ninguna ganancia bajo el sol. (Eclesiastés 2:10-11) Carros de fuego es una película de los años 80. En ella se narra la historia verídica de dos corredores de atletismo ingleses que participaron en los juegos olímpicos de París del año 1924. Uno de ellos fue Eric Liddell, un cristiano comprometido que fue misionero en China y acabó sus días en un campo de prisioneros japonés durante la segunda guerra mundial. El otro fue Harold Abrahams. Éste último estaba obsesionado por ganar la medalla de oro y lo consiguió. Sin embargo, hay un momento durante la película que afirma más o menos lo siguiente: "Sólo hay una cosa peor que no lograr tus metas; lograrlas". La película, co...