SER DISCÍPULO EN EL SIGLO XXI: TRABAJO 3

 


Por el amor entrañable de Dios os lo pido, hermanos: presentaos a vosotros mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser vuestro auténtico culto. (Romanos 12:1)
William Barclay, el erudito bíblico, nos indica cuál debería ser la mejor manera de traducir este bien conocido versículo de las Escrituras y cómo relacionarlo con el trabajo del discípulo. En su comentario a los romanos escribe: 

"Así, pues, dice Pablo, toma tu cuerpo; todas las tareas que debes hacer cada día; toma el trabajo cotidiano de la tienda, la fábrica, el taller, la oficina; y ofrece todo eso como un acto de adoración a Dios... Encontramos ahora algo muy significativo. El verdadero culto, el culto realmente espiritual, es la ofrenda del cuerpo y de todo lo que uno hace diariamente con él, a Dios. El culto verdadero no es la ofrenda de plegarias elaboradas a Dios; no es la ofrenda de una liturgia por noble que sea ni de un ritual. Adorar realmente es ofrecer a Dios la vida de cada día. La verdadera adoración no es algo que puede realizarse en una iglesia; es aquello que ve el mundo entero como el templo del Dios vivo y en cada hecho común un acto de adoración.
Uno puede decir: Voy a la iglesia a adorar a Dios, pero también debería poder decir: voy a la fábrica, la tienda, la oficina, el garaje, el cobertizo, la mina, el astillero, el campo, el establo, el jardín a adorar a Dios".

Para el seguidor de Jesús el trabajo se convierte, pues, en un acto de adoración a Dios y no meramente el lugar donde pasa una buena parte de su tiempo y, en ocasiones, en malas condiciones y con bajos sueldos. Lo primero no implica, niega ni renuncia a la lucha digna y necesaria por mejorar las condiciones laborales propias y de todos los demás.

¿Cómo cambiaría tu actitud hacia el trabajo si lo vivieras de este modo?


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