LA INACTIVIDAD DE DIOS (SALMO 74)
¿Por qué está inactiva tu mano y tu diestra reposa en tu regazo? (Salmo 74:11)
Hace unos días mi hija dio a luz a su primer hijo. Aquel día oraba por todas las mujeres en el mundo que ese día se enfrentarían al parto sin la debida atención médica, poniendo en riesgo su vida y la del bebé a punto de nacer. Pensaba cuán injusto es el mundo en el que vivimos y cuantas personas sufren ante la indiferencia de otros, incluidos nosotros los que nos denominamos a nosotros mismos seguidores de Jesús.
Este mundo en el que vivimos no es lo que Dios tenía en mente. Cuando el Señor acabó su obra creadora afirmó que todo era muy bueno y, realmente, continúa siendo así, con una triste terrible excepción, nosotros mismos que, no sólo nos estamos destruyendo poco a poco por nuestro deseo de vivir al margen del Señor, sino que destruimos todo lo que tocamos. El legendario rey Midas volvía en oro todo aquello que tocaba. Nosotros destruimos todo aquello que tocamos, incluso la religión, la espiritualidad y la relación con Dios.
La pregunta de Asaf es honesta y está incluida dentro de la revelación. Denota una sensibilidad hacia el mundo que le rodea y una empatía hacia el que sufre. No es indiferente, no se siente satisfecho de tener una relación con Dios, no tiene esa mentalidad de arca de Noé, nosotros estamos a salvo, que se hunda el mundo (aveces, con ciertos matices de sadismo, contentos del sufrimiento del malvado y su destrucción eterna). La pregunta de Asaf asume que el Señor debe involucrarse en esta situación, que no puede ser indiferente y permanecer pasivo e inactivo. No es la primera ni la última vez en las Escrituras que uno hombre de Dios hace este planteamiento.
Asaf, como los héroes del Antiguo Testamento, carecía de la perspectiva que tenemos nosotros y, si se me permite, de la responsabilidad que nosotros si que tenemos. En Jesús vemos a Dios tomando la iniciativa para responder a esa pregunta lanzada por el salmista. Nosotros somos también parte de esa iniciativa porque estamos llamados a colaborar con Él en la construcción de su Reino.
Ante la pregunta de Asaf respondamos de dos maneras diferentes, por medio de nuestra oración -venga tu Reino- y por medio de nuestro estilo de vida que proclame y demuestre que el Reino ha llegado.
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