PARÁBOLAS, CÁLCULOS PREVIOS
Iba mucha gente acompañando a Jesús. Y él, dirigiéndose a ellos, les dijo: — Si uno quiere venir conmigo y no está dispuesto a dejar padre, madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas, e incluso a perder su propia vida, no podrá ser discípulo mío. Como tampoco podrá serlo el que no esté dispuesto a cargar con su propia cruz para seguirme. Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿no se sentará primero a calcular los gastos y comprobar si tiene bastantes recursos para terminarla? No sea que, una vez echados los cimientos, no pueda terminarla, y quede en ridículo ante todos los que, al verlo, dirán: “Ese individuo se puso a construir, pero no pudo terminar”. O bien: si un rey va a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a su enemigo, que avanza contra él con veinte mil? Y si ve que no puede, cuando el otro rey esté aún lejos, le enviará una delegación para proponerle la paz. Del mismo modo, aquel de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. (Lucas 14:25-33)
La reciente crisis económica dejó el paisaje español lleno de obras inacabadas como las que muestra la fotografía. Empresarios que no supieron o no pudieron hacer bien sus números y, consecuentemente, no pudieron terminar aquello que comenzaron. Esas obras son verdaderos monumentos a la imprevisión, a la falta de reflexión acerca de los costes implicados. Testimonios que llenan los pueblos y las ciudades españolas. Testigos mudos de un entusiasmo inicial que se demostró insostenible a lo largo del tiempo.
Si algo caracterizó siempre a Jesús fue su brutal honestidad. En términos de mercadeo podríamos afirmar que hizo todo lo posible por desanimar a las personas para que lo siguieran. Nunca prometió lo que no podía dar, tampoco edulcoró las implicaciones de seguirlo mostrándonos un camino de color rosa. Su invitación por medio de estas dos parábolas fue a tomar una decisión en favor suyo basada en la reflexión cuidada y serena de los puntos a favor y en contra, del precio que es necesario afrontar. Todos nosotros podemos mirar hacia atrás en nuestra experiencia y ver decisiones que fueron tomadas al albur, motivados por el entusiasmo, los buenos deseos, un flujo de adrenalina y, que sin embargo, el tiempo mostró que eran insostenibles, poco realistas y nada previsoras de los potenciales inconvenientes que podrían presentarse a lo largo del camino.
El camino del seguimiento de Jesús está también lleno de proyectos de discipulado fracasados. Personas que a mitad del camino consideraron que era demasiado duro, complicado y retador y, consecuentemente, prefirieron pararse y plantarse antes que seguir. Fallaron los recursos emocionales, intelectuales y espirituales para seguir adelante. No había la suficiente preparación para dicho viaje ni una clara comprensión de las dificultades que esperaban en el itinerario. No veo desprecio en los ojos de Jesús; tan sólo la tristeza por tanto dolor y sufrimiento que podrían haberse evitado simplemente con su consejo de calcular el precio que había que pagar antes de comenzar.
Por extensión las dos parábolas de este texto son una invitación para antes de comenzar cualquier proyecto en la vida hacer una valoración reflexiva de nuestra capacidad, no para ponerlo en marcha, sino para completarlo. Veo que en la Biblia lo que verdaderamente cuenta no son los buenos principios, más bien los buenos finales.
¿En qué situaciones de tu vida son aplicables los principios de estas dos parábolas?
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