PARÁBOLA, YA QUE... I



 Cuando el Hijo del hombre venga con todo su esplendor y acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.  Todos los habitantes del mundo serán reunidos en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, poniendo las ovejas a un lado y los machos cabríos al otro.  Luego el rey dirá a los unos: “Venid, benditos de mi Padre; recibid en propiedad el reino que se os ha preparado desde el principio del mundo.  Porque estuve hambriento, y vosotros me disteis de comer; estuve sediento, y me disteis de beber; llegué como un extraño, y me recibisteis en vuestra casa;  no tenía ropa y me la disteis; estuve enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme”.  Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento y te dimos de comer y beber? ¿Cuándo llegaste como un extraño y te recibimos en nuestras casas? ¿Cuándo te vimos sin ropa y te la dimos?  ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.  Y el rey les dirá: “Os aseguro que todo lo que hayáis hecho en favor del más pequeño de mis hermanos, a mí me lo habéis hecho”.  A los otros, en cambio, dirá: “¡Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles!  Porque estuve hambriento, y no me disteis de comer; estuve sediento, y no me disteis de beber;  llegué como un extraño, y no me recibisteis en vuestra casa; me visteis sin ropa y no me la disteis; estuve enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis”.  Entonces ellos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como un extraño, o sin ropa, o enfermo, o en la cárcel y no te ofrecimos ayuda?”.  Y él les dirá: “Os aseguro que cuanto no hicisteis en favor de estos más pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis”.  De manera que estos irán al castigo eterno; en cambio, los justos irán a la vida eterna. (Mateo 25:31-46)


Realmente esta parábola es compleja, no en su interpretación, que es bien fácil, clara y directa, sino más bien en la asignación a este pasaje el rango de parábola precisamente por lo dicho anteriormente, es tan claro el concepto que se transmite que deja poco lugar a la analogía o comparación. Jesús en este relato está ilustrando de forma parabólica una doctrina bíblica de primer orden, habrá un juicio final, todos, sin excepción, pasaremos por el mismo y habrá un criterio claro y objetivo por el cual seremos juzgados.

William Barclay, el gran comentarista bíblico escocés, dice que esta historia debió de impactar de forma tremenda a sus oyentes. Los judíos creían en el juicio final y descansaban en la creencia de que serían juzgados bajo dos criterios: Primero, su observancia de la ley y, especialmente, los diez mandamientos. Segundo, el hecho de ser judíos que les garantizaba un trato preferencial sobre el resto de la humanidad. Había la clara creencia que, de alguna manera, Dios sería más condescendiente con ellos dada su condición racial. No sería sorprendente afirmar que si un judío se podía considerar más o menos a salvo del juicio. 

Sin embargo, en esta historia Jesús les está cambiando las reglas del juego. Les indica que el criterio por el cual serán juzgados es su respuesta a las necesidades de su prójimo. Agua, comida, hospitalidad, vestido, acompañamiento... Es el bien que está al alcance de todos y cada uno de nosotros, el que puede ser hecho en el contexto de la vida cotidiana, para el que ninguno de nosotros puede objetar la excusa de que no tiene los medios o los recursos para llevarlo a cabo. Con excesiva frecuencia aquello que no podemos hacer -cambiar el mundo- se convierte en la coartada perfecta para no llevar a cabo aquello que si podemos hacer -dar un vaso de agua-. 

No me cuesta ver un paralelismo entra la situación del judío que escuchó la historia contada por el Maestro y la del evangélico promedio en nuestras iglesias. El primero se sentía seguro porque cumplía el ritual y, además, era judío. El segundo puede creerse seguro porque va a la iglesia y es evangélico, salvo por fe, conocedor de la Escritura y ortodoxo en sus creencias. Ambos desconocen que la medida del juicio es nuestra respuesta al prójimo necesitado. 


¿Cuál es tu respuesta a las necesidades de tu prójimo?



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