SALMO 69/ CANSADO



Oh Dios, sálvame, que estoy con el agua al cuello, que me hundo en un profundo cenagal y no tengo donde apoyar el pie; me encuentro en el seno de las aguas y me arrastra la corriente. Estoy cansado de gritar, tengo seca la garganta. (Salmo 69:1-4)


¡Que brutal honestidad la que David tiene con el Señor! ¡Qué descripción tan gráfica de alguien que se siente abrumado por las circunstancias, llevado por la vida sin poder tener ningún control sobre la misma! Al leerlo, al margen de los ecos en mi vida personal que el salmo genera, no he podido dejar de pensar en los sentimientos que debió experimentar Jesús cuando grito "Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado". Veo que son muchos los grandes personajes de la Biblia que en un momento u otro de su existencia han experimentado este sentimiento de abandono por parte de Dios. Quiero recalcar y enfatizar la idea de sentir el abandono, que es algo totalmente diferente a estar abandonado. Porque en momentos como los que describe el salmista está claro que las emociones van por un lado y el intelecto por otro y, en ocasiones, la brecha entre ambos es enorme y, lo que experimentamos, sea cierto o no, para nuestro cerebro es mucho más real que lo que creemos por muy cierto que esto último sea.

Agradezco al Espíritu Santo que trae a mi mente esos fragmentos de la Escritura largo tiempo ha memorizados. Porque al escribir todo el párrafo anterior una y otra vez ha venido a mi mente ese principio bíblico que se repite tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, "el justo vive por la fe"; o en palabras del apóstol Pablo "nos movemos por fe -confianza- no por vista. Por tanto, bienvenida sea la posibilidad de ser honesto y sinceros con el Señor y bienvenida sea la certeza de que en esos momentos de angustia, soledad y desesperación podemos recurrir a la fe, a la confianza en aquel que afirmó "no te dejaré ni te desampararé".


¿Qué te sugiere la lectura de este comentario? ¿Qué relación tiene con tu situación presente o pasada?

Comentarios

  1. En tiempos normales donde no hay situaciones criticas que me provoquen sentimiento de abandono por parte de Dios, también existen periodos de desiertos espirituales. No me entusiasma la alabanza en el templo, no me inspiran las predicaciones, me cansa la superficialidad que me rodea en los otros creyentes, oro a Dios y no siento su conversación. La rutina de la vida, la maldad de las personas contra niños, la violencia a las mujeres, el enriquecimiento masivo de muchos y la pobreza extrema de muchos más.
    El hastío me invade y los pensamientos de que Dios ha abandonado al mundo son recurrentes en mi mente.
    En el vs. 13 de este Salmo 69 me refugio: "Pero digo orando a ti, Señor, con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor. En tu amor inagotable, responde a mi oración con tu salvación segura" NTV

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