SALMO 45, EL TRONO DE DIOS

El trono de Dios es eterno. (Salmo 45:7)

En un sentido el comentario que ha venido a mi mente no tiene que ver con la idea principal del salmo que es un poema de amor, un canto donde se exalta el placer y la belleza; dos cosas que, no olvidemos, han sido creadas por Dios para disfrute del ser humano. Sin embargo, como indicaba antes, otras cosas ocuparon mi mente mientras leía este salmo. 

Los expertos definen este mundo con cuatro palabras claves: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Volátil significa que todo está en cambio de forma constante y a velocidades de vértigo. Incierto implica la idea de la dificultad de predecir posibles acontecimientos y la evolución de situaciones. Por su parte, complejo nos trae la idea la idea de una realidad en la que existen múltiples facetas, aristas o vertientes y, por tanto, es difícil de captar en su totalidad. Finalmente, ambiguo nos transmite la idea de que una misma situación puede tener muchas interpretaciones diferentes, muchas de ellas opuestas o incluso contradictorias.

No hace optar al Premio Nobel para darse cuenta la dificultad de encontrar puntos de referencia que permitan que una persona pueda orientarse en semejante tipo de mundo. Los cambios, la incerteza, la pluralidad de visiones y los posibles significados de una misma realidad hacen prácticamente imposible tomar decisiones, no ya de tipo económico o político, sino personales, éticas y morales. Es por eso que para mí ha tenido tanto sentido entender que el trono de Dios es eterno, no cambia, no varía, no se altera. Es por eso que para mí es tan importante entender que continúa siendo el Rey del Universo, el Señor del mismo, sigue teniendo control de la historia, tanto de la macro, como de la micro. Es por eso que en estos tiempos, más que nunca, debemos mirar al trono de Dios.

(Por cierto la foto reproducida es el despacho del consejo de diáconos de mi iglesia, donde hacemos la reuniones de liderazgo :-)

¿Qué situaciones vives en tu vida que requieren que mires al trono de Dios?