SALMO 16/ MI FELICIDAD ESTÁ EN TI
Dijiste al Señor: "Tú eres mi dueño, mi felicidad está en ti". En cuanto a las divinidades de esta tierra: esos poderes que tanto me complacían, esos muchos ídolos tras los que corren, yo no les ofreceré sacrificios ni pronunciaré su nombre con mis labios. (Salmo 16:3-49
Martín Lutero, el gran reformador alemán del siglo XVI, afirmaba que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en nuestros corazones. Se ha afirmado que estamos diseñados para adorar; si no adoramos al verdadero y único Dios estaremos, seamos conscientes o no, adorando otros dioses; otras cosas u otras personas ocuparán el primer lugar en nuestros corazones. A mi me parece que tenemos la tendencia en convertir en dioses aquellas cosas que creemos que nos harán o nos darán la felicidad. Es en este sentido que encuentro valiosa la reflexión del salmista. Su afirmación es categórica y valiente, tú eres mi felicidad, por consiguiente, no tengo ninguna necesidad de adorar los dioses de la sociedad, aquellos que otro tiempo perseguía, en los que buscaba mi satisfacción y plenitud.
A mí las palabras del salmista me confrontan directamente y me llevan a pensar en dónde, en qué o en quién encuentro yo mi felicidad. ¿Puedo afirmar como lo hacía David que la hallo en el Señor? ¿Estoy persiguiendo los dioses que está sociedad asocia y promete que me darán la felicidad? ¿Les estoy ofreciendo sacrificios, mi dinero, mi tiempo, mi corazón? Son preguntas profundas; preguntas que no son fáciles de responder, que pueden ser tratadas muy frívolamente y que nos pueden impedir un análisis profundo de la situación de nuestra alma. Uno tiene que estar muy alerta para que, como le pasaba a Israel, nuestro corazón no se vaya en pos de otros dioses.
¿Puedo afirmar como lo hacía David que la hallo en el Señor? ¿Estoy persiguiendo los dioses que está sociedad asocia y promete que me darán la felicidad? ¿Les estoy ofreciendo sacrificios, mi dinero, mi tiempo, mi corazón? ¿Qué ves cuando te observas objetivamente desde fuera?
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