SALMO 1/ NUTRIRSE/
Es como un árbol plantado junto al arroyo: da fruto a su tiempo y no se secan sus hojas. (Salmo 1:3)
Sin nutrición no hay vida; ésta no se puede mantener sin un aporte adecuado y continuado de alimento. Comemos, como mínimo, tres veces al día y esos alimentos nos permiten continuar adelante con nuestro proyecto vital y con nuestras actividades. Tenemos necesidades intelectuales y, por eso, leemos y nos alimentamos con otros productos que nutren nuestro intelecto. También tenemos necesidades sociales y emocionales que tratamos de satisfacer por medio de relaciones significativas con personas que nos alimenten en ambas áreas. Constantemente hemos de estar renovándonos, nutriéndonos en las diferentes áreas de nuestro ser porque la vida desgasta y precisa de esos aportes para sobrevivir. El árbol necesita del agua y los nutrientes minerales del suelo para sustentar su vida.
Pero también tenemos necesidades espirituales que, con demasiada frecuencia, desatendemos y debido a ello muchos creyentes desarrollan una anemia espiritual que se vuelve crónica y, en ocasiones, puede llevar a la muerte espiritual. La interacción con la vida cotidiana, el vivir en un mundo con principios, valores, prioridades y estilos de vida, no sólo diferentes, sino muy a menudo contrarios a los del Reino nos somete a un desgaste espiritual constante y continuado. La única manera de evitarlo es mediante una constate renovación espiritual, que únicamente puede venir de nutrir nuestra alma con alimento y energía espiritual. Esto sólo puede producirse cuando tenemos implantados en nuestras vidas hábitos de crecimiento y renovación espiritual; hábitos como la lectura continuada de la Palabra; los diálogos con nuestra alma en la presencia de Dios; la confesión, la acción de gracias y la vida como agentes de restauración y reconciliación. Es entonces, como dice el salmo primero, cuando podemos ser como ese árbol plantado junto a las agua, daremos fruto.
¿Cómo te nutres espiritualmente? ¿Cuáles son tus hábitos de renovación espiritual? ¿Con cuánta frecuencia los prácticas? ¿Qué relación ves entre tus hábitos de nutrición espiritual, o la carencia de los mismos, y tu salud espiritual?
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