EL SERMÓN DEL MONTE 34/ SANTIFICADO SEA TU NOMBRE/ MATEO 6
Santificado sea tu nombre. (Mateo 6:9)
Esta es la segunda de las peticiones de la oración. La palabra santificar deriva de la palabra santo; su significado es colocar aparte o separar, sin embargo, podría traducirse mucho mejor por honrar, respetar, reverenciar o darle a Dios el lugar principal que le corresponde. Nos estaría indicando la importancia de tratar con reverencia el nombre del Señor, y fácilmente podemos asociarlo con Éxodo 20:7 donde Dios afirma que su nombre no deberá ser tratado en vano. El nombre era algo muy importante en la cultura judía; indicaba el carácter de la persona y también, en ocasiones, su propósito y destino en la vida. Es por eso que Jesús es llamado "Emmanuel", literalmente, Dios con nosotros. El orden de las peticiones tiene sentido. Aquellos que honran el nombre del Señor, los que le dan en sus vidas el lugar que le corresponde, serán aquellos que harán su voluntad y se esforzarán porque sea hecha en nuestro mundo. Dicho de otra manera, porque honramos actuamos.
Los que honramos el nombre de Dios debemos de vivir de una manera digna de ese nombre. Pedro, el apóstol, afirma al respecto: "Y, si llamáis Padre al que juzga a todos sin
favoritismos y según su conducta, comportaos fielmente mientras vivís en tierra
extraña". La lógica es muy sencilla, no podemos invocar el nombre del Señor y vivir de tal manera que nuestra conducta lo desacredite. Nuestras acciones, omisiones, prioridades, valores, actitudes y motivaciones han de estar en congruencia con el carácter del Dios que invocamos por Padre. Todos somos conscientes de la forma en que la manera incoherente de actuar de aquellos que se identifican como seguidores del Maestro ha causado un descrédito de la fe. En resumen, el darle a Dios el lugar que le corresponde en mi vida -santificar su nombre- tiene como consecuencia directa una vida consistente con Dios y su carácter -hacer su voluntad-.
¿Qué evidencias hay en tu vida de que el nombre de Dios es santificado? Siguiendo las indicaciones de Pedro ¿Cuán consistente es tu estilo de vida con el carácter de aquel a quien llamas Padre?
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