RAQUEL/ INSATISFACCIÓN / GÉNESIS 30



Cuando Raquel vio que no podía dar hijos a Jacob tuvo envidia de su hermana y dijo a Jacob: -Dame hijos, porque si no me muero. Pero Jacob se enojó mucho con ella y le dijo: -¿Crees acaso que yo soy Dios? Él es quien te ha impedido tener hijos (Génesis 30:1-2)

Cuando miro a estas dos hermanas, Lea y Raquel, veo la universal sensación de insatisfacción que caracteriza al ser humano. Lea, como vi en el capítulo anterior, no era amada por su esposo y, además, se sentía menospreciada por él. Su hermana tenía lo que ella aspiraba a tener, hermosura, belleza, y eso le hacía sentir insatisfecha y experimentar un vacío y centrarse en sus carencias y no en aquello que tenía, es decir, varios hijos. Ella tuvo que aprender a centrarse y estar agradecida por aquello que tenía y no poner su enfoque emocional en aquello de lo que carecía.

La situación era similar con su hermana que, tal y como indica el texto, sentía envidia de Lea  y un profundo sentido de insatisfacción con su vida debido a la carencia de hijitos. Era el caso opuesto a Lea, ambas tenían aquello que la otra carecía, ambas compartían una insatisfacción con la vida por estar centradas en las carencias en vez de desarrollar una actitud de gratitud por aquello que poseían. Media humanidad anhela lo que  tiene la otra media y ninguna de las dos está satisfecha. Las palabras que usa Raquel son muy fuertes y denotan las emociones negativas tan profundas que sentía hacia su hermana. Tú serás guapa, debió de decirle en alguna ocasión Lea, ¡Lastima  que no tengas hijos! ¡En fin, no se puede tener todo en esta vida! Tal vez eso explica que cuando nació Neftalí, hijo nacido de una concubina, afirmara: "Dios me ha hecho justicia competí duramente con mi hermana, pero he vencido".

Veo a Raquel y pienso en mí mismo, en lo a menudo que me centro en lo que otros tienen y yo carezco, en mi propensión a pensar en aquello que me falta y, como consecuencia, no tener la capacidad de hacerlo en todo aquello que tengo y generar un sentido de insatisfacción. Pienso que esa actitud es una de las consecuencias notables y evidentes del pecado en mi vida personal y en la de tantos seres humanos. El pecado ha generado un sentido de insatisfacción permanente, no importa lo bien que estemos o vayan las cosas, siempre hay un pero, un algo, una carencia presente o una preocupación futura que empaña nuestro sentido de satisfacción y plenitud. Veo que en mi vida personal el único antídoto que conozco hacia ello es la gratitud, pararme y de forma consciente e intencional dar gracias de forma constante por todo lo que Dios me ha dado y continúa dándome. Reconocer, cuando aparece, la insatisfacción, no tratar de ignorarla, al contrario hablarla con el Señor en un contexto de gratitud y reconocimiento hacia Él por todo lo que soy y tengo.


¿Qué evidencias puedes ver de la actitud de Raquel en tu vida? ¿Qué hacer al respecto?




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