AGAR/ DESPRECIO/ GÉNESIS 16



Abrán se acostó con Agar, y ella quedó embarazada. Pero cuando Agar supo que esperaba un hijo, perdió el respeto a su señora. (Génesis 16:4)

Agar era únicamente una esclava, es decir, ni siquiera tenía personalidad jurídica, era a todos los efectos tan sólo una propiedad, como un mueble, una pieza de ganado, una tienda de campaña. Sin embargo, su señora pensó que, por medio de ella, sería posible tener descendencia y Agar quedó embarazada. Las consecuencias no se hicieron esperar, la esclava comenzó a despreciar a la señora y ésta, a su vez, respondió maltratando a la que todavía era su propiedad aunque fuera también la madre del hijo de su esposo. En fin, todo un lío y una muestra más de cómo el pecado ha roto las relaciones interpersonales. La espiral entre una y otra no hará sino aumentar a lo largo de los años siguientes y acabará con la expulsión de Agar y su hijo. Esto, sin embargo, es otra historia diferente.

Como todos los personajes de las Escrituras, Agar es un espejo en el cual mirarme y tratar de reflexionar sobre algo tan humano como es el desprecio. La esclava, como dice el texto, lo tuvo hacia su ama y, en mi opinión, éste se vio generado por el hecho de que el embarazo hizo que Agar se creyera de alguna manera mejor, superior, por encima de su ama. Despreciar es mirar desde arriba, considerar al otro inferior, de menor valía o calidad por las razones que sean. Cuando desprecio me creo mejor, mi mente genera mecanismos para invalidar al otro por motivos culturales, religiosos, sociales, económicos, físicos e incluso religiosos. Al reflexionar sobre el desprecio pienso que debe estar generado por algún tipo de inseguridad interna, sin duda consecuencia del pecado, que hace que necesitemos rebajar al otro para reforzarnos a nosotros mismos. Todo eso contrasta con el Dios que no hace acepción de personas de ningún tipo y no desprecia a nadie a pesar, incluso, de nuestro pecado.

Veo que la única manera de afrontar el desprecio es reconociéndolo cuando aparece y poniéndole nombre y apellidos, llamarlo por su nombre y, una vez hecho esto, llevarlo ante Dios, hablar con Él al respecto, confesarlo (que en griego significa estar de acuerdo con Dios) y pedir perdón por algo que desde cualquier punto de vista para el Señor es inaceptable y para nosotros indigno.


¿A quién desprecias? ¿Por qué motivos lo desprecias? ¿Qué piensas hacer al respecto?

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