ABRAHÁN/ CAMBIO DE NOMBRE/ GÉNESIS 17
Mira, esta es la alianza que yo hago contigo: tú serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás ya Abrán, sino que tu nombre de ahora en adelante será Abrahán porque yo te hago padre de una muchedumbre de pueblos. Te haré extraordinariamente fecundo, de ti surgirán naciones y reyes. (Génesis 17:4-6)
En todos mis años de vida he visto como las modas con relación a los nombres puestos a los niños y niñas han cambiado. Sin ir más lejos en mi país, España, los nombres más populares el año pasado fueron Hugo para los niños y Lucía para las chicas. Las modas con relación a este tema, como en tantos otros, van y vienen a olas y más ahora con la influencia de los medios masivos de comunicación.
En los tiempos bíblicos las cosas eran diferente porque se consideraba que el nombre otorgado a una persona no servía, únicamente, para llamarle y distinguirle de otros, sino también determinaba la naturaleza de la persona. En este pasaje, cuando el Señor reafirma su alianza con Abrán también le cambia el nombre por el de Abrahán. Un cambio de nombre, según indican los comentaristas bíblicos, también indica un cambio de destino. Abrahán está llamado a ser el padre de naciones, de muchos pueblos y, además, a bendecirlos.
Hay un paralelismo evidente con los seguidores de Jesús. Es evidente que no nos hemos cambiado el nombre (aunque en algunas tradiciones cristianas muy antiguas se hace), sin embargo, si que ha cambiado y de forma definitiva nuestro destino. Pablo, entre otros escritores bíblicos, desarrolla ampliamente el tema cuando nos indica que hemos sido salvados, no únicamente del pecado y para ir al cielo, sino también con un propósito doble, parecernos más y más a Jesús y colaborar con Él en la tarea de restaurar y reconciliar todo el universo con Dios.
Todos nosotros vivimos con sentido, propósito y dirección. Cada seguidor de Jesús forma parte de la gran historia de Dios, una historia de restauración y reconciliación, una historia en la que se nos ha concedido el increíble privilegio de participar juntamente con Cristo.
¿Cómo afecta y cómo debería afectar en tu día a día esta realidad?
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