1 CORINTIOS /LA DINÁMICA DEL CRECIMIENTO 2 / 1 CORINTIOS 3: 5-15
Y entre el oficio de plantar o el de regar no hay diferencia, si bien cada uno recibirá el salario en proporción a su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros sois el campo que Dios cultiva, la casa que Dios edifica. (1 Corintios 3: 8-9)
Si hablamos del crecimiento espiritual de las personas ya ha quedado sentado que es el Señor quien produce el crecimiento y que esto es algo que está más allá de nuestro alcance. Establecida esta base, la pregunta siguiente sería ¿Qué colaboración con Dios es más significativa, cuál es más importante?
A los ojos humanos, de la sociedad e incluso del ministerio, tenemos diferentes categorías. Dicho de otro modo, hay ministerios que son más valorados, más apreciados, más reconocidos y tenidos en más alta estima porque, erróneamente o no, consideramos que producen un mayor impacto en el trabajo con las personas. Es normal. Lo es, pero no es bíblico. La Biblia no es acerca de normalidad sino de paradigmas diferentes. Lo que yo valoro, no necesariamente es valorado por el Señor y viceversa. Pongamos un ejemplo, en el mundo se valora la grandeza, en el Reino se valora el servicio, y así podríamos hacer una lista larguísima.
Lo que Pablo -de parte del Señor- está indicando es que no hay ninguna diferencia en valor -por supuesto la hay de tipo funcional- entre las diferentes personas que inciden en el crecimiento de un seguidor de Jesús, todas son necesarias, todas son importantes. Es cierto que el apóstol indica que cada una recibirá la satisfacción en proporción a su trabajo, pero aunque nosotros queramos leer en esas palabras importancia de acuerdo con el antiguo paradigma, para nada es lo que está indicando el apóstol. Está hablando de una cuestión de mayordomía de uso de dones, de uso del talento dado por el Señor para invertir en la vida de otros.
Hay, por tanto, una doble aplicación en mi modesta opinión. La primera es que estemos, cada uno de nosotros, satisfechos con la contribución que el Señor nos permite tener en la vida de las personas con las que trabajamos. La segunda, aprendamos a valorar los ministerios no como el mundo cristianos -influenciado por la sociedad- los valora, sino con los ojos del Señor.
¿Cómo te afecta a ti el concepto social de valoración de los ministerios?
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