JESÚS/ A TRABAJAR/ MATEO 17:14-21



Cuando volvieron a donde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús y, puesto de rodillas delante de él, le dijo:
— Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques que le hacen sufrir lo indecible y muchas veces se arroja al fuego o al agua. Lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo. (Mateo 17:15-16)

Este episodio sucede inmediatamente de la espectacular experiencia espiritual que los discípulos tuvieron con Jesús en el monte, justo aquella que querían retener e impedir que pasara y se desvaneciera.
Pero cuando bajan al valle se encuentran, de nuevo, con la realidad de un mundo roto y lleno de necesidades, un padre desesperado porque su hijo, poseído por un demonio está en constante sufrimiento y dolor y esas cosas, seamos realistas, no pueden ni deben esperar y Jesús, como no puede ser de otra manera, se pone manos a la obra.
Una clara y sencilla aplicación para nosotros. Los momentos de intensa comunión con el Padre son buenos, deseables y necesarios, sin embargo, no son un fin en sí mismos, son tan sólo una renovación, un refresco, una inyección de vitaminas para lo que realmente quiere y espera el Padre de nosotros, que nos unamos al esfuerzo de Jesús de restaurar lo que el pecado ha echado a perder.
Las experiencias de la montaña nos preparan para el servicio en el valle y si no es así, han sido experiencias desaprovechadas, descontextualizadas. Pasamos tiempo con Jesús para gozar de Él, volvernos más y más como Él y, consecuentemente, más compasivos hacia un mundo roto y necesitado. Si el domingo en la iglesia no te lleva al servicio del lunes siento decirte que has perdido el tiempo y el enfoque.

¿De qué modo tus experiencias del domingo se trasladan al servicio del lunes?


Comentarios

Entradas populares de este blog

SE PROPICIO A MÍ PECADOR

ESCLEROSIS

CORAZÓN INCRÉDULO