JESÚS/ PARA QUE NADIE SE OFENDA/ MATEO 17:24-27
Pero, en fin, para que nadie se ofenda *, acércate al lago * y echa el anzuelo al agua. En la boca del primer pez que pesques encontrarás la moneda precisa. Págales con ella el impuesto por ti y por mí. (MATEO 17:27 BLPH)
Este es para mí un pasaje extraño en varios sentidos y me pregunto por qué razón fue incluido en el relato evangélico. Desde mi punto de vista no parece tener una gran perspectiva o fondo teológico y, si lo tiene, no soy capaz de verlo, de percibirlo. Por tanto, sólo puedo reflexionar sobre lo que me ha sugerido, lo que ha venido a mi mente cuando lo leía y pensaba en él.
Jesús de forma notoria rompía las normas consideradas más sagradas del judaísmo. No tenía ningún inconveniente en saltarse las tradiciones y las costumbres de los ancianos, escribas y doctores de la ley y los encaraba respecto al auténtico sentido y valor de las mismas. Aquí, sin embargo, toma la decisión de obedecer la tradición, de seguirla. Lo que me llama la atención son las palabras del Maestro "para que nadie se ofenda".
Me ha hecho reflexionar acerca del hecho de que hay ocasiones en que es bueno, preciso e incluso necesario el romper las normas y oponerse a ellas y otras en las cuales es mejor no hacerlo. Pero me doy cuenta de la tremenda necesidad de discernimiento para saber qué y cuándo algo es conveniente y cuándo no lo es y, junto con ese discernimiento tener la capacidad para observar las propias motivaciones y ver qué es aquello que me lleva a actuar de una manera o de otra.
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