JESÚS/ PUESTO A PRUEBA/ MATEO 4:1-11
Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo pusiera a prueba. (Mateo 4:1)
La prueba a la que fue sometido Jesús puso de manifiesto su calidad y su calificación para ser el tipo de Mesías, de Salvador, que necesitábamos, uno capaz de cargar con nuestro dolor y nuestro sufrimiento. Las pruebas son, por decirlo de alguna manera, neutrales y sacan a relucir lo que hay en nosotros, ponen de manifiesto nuestra calidad como seguidores de Jesús.
La auténtica calidad de las personas y las cosas sólo salen a la luz cuando son probadas. Cuando todo va bien, todo va bien. Cuando hay una prueba es cuando se ve si hay fondo, si hay calidad, si hay resistencia, si hay madurez.
Si la prueba es superada nos podemos sentir satisfechos porque hemos comprobado nuestro grado de seguimiento del Maestro, nuestro compromiso con Él. Pero si no lo ha sido también puede convertirse en una buena oportunidad para crecer y madurar. Me explicaré.
Desde hace años tengo una máximo que siempre uso "la realidad, aunque no nos guste" siempre es nuestra amiga. Lo es porque pone de manifiesta, realza, saca a la luz lo que hay y, por lo tanto, nos da la oportunidad de hacer algo con eso que hemos descubierto. La prueba fracasada, no superada, apunta hacia áreas de nuestra vida, de nuestro carácter, de nuestras relaciones que están ahí y que requieren nuestro trabajo y nuestra atención.
Si somos seguidores de Jesús demos la bienvenida a las pruebas. Las que superemos nos harán más maduros. Las que no superemos pondrán de relieve cosas que hemos de trabajar y cambiar en nuestras vidas. Pero nunca culpemos a la prueba pues, por decirlo de algún modo, no tiene la culpa de lo que somos.
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