CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ EL HERMANO DE FE POCO MADURA/ ROMANOS 15:1-13



Nosotros, los que tenemos una fe bien formada, debemos prescindir de nuestro propio gusto y cargar con las debilidades de quienes no la tienen todavía. Que cada uno de nosotros procure agradar a los demás, buscando su bien y su crecimiento en la fe. Porque tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: los insultos de quienes te insultan han caído sobre mí. (Romanos 15: 1-3)

Pablo equilibra, como siempre, su argumento introduciendo en la escena a aquellos que tienen una fe poco formada, poco madura, aquellos que todavía son débiles en la fe. El apóstol indica que siguiendo la ley del amor, de la cual Jesús es el máximo ejemplo y modelo de inspiración para nosotros, deberíamos ser sensibles de no hacerle daño e, incluso, renunciar a cosas que son nuestro derecho y totalmente legítimas. Personalmente tengo ciertas pautas de conducta que, en base a mi libertad en Cristo, he incorporado a mi estilo de vida, sin embargo, al viajar por otros países y tener compañerismo con otros seguidores de Jesús, entiendo que las mismas podrían dañar su conciencia, por tanto, haciendo uso de mi libertad en el Señor y por amor a ellos dejaré de practicarlas mientras dure mi compañerismo.

Ahora bien, es importante notar que está hablando del hermano débil, aquel cuya fe podría resentirse por causa del uso de mi libertad en Cristo, no está hablando de aquel que quiere imponer sus criterios sobre los demás, ni tampoco del que se siente ofendido cuando otros creyentes viven o piensan de forma diferente. Este no es un débil en la fe, es un intolerante y, ambas cosas, son conceptos diferentes.

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