CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ SUBLIME GRACIA7 ROMANOS 10:1-4
Hermanos, deseo con todo mi corazón y le pido a Dios que salve a los israelitas. 2 Soy testigo de que buscan a Dios con ardor, pero sin el debido conocimiento. 3 Desconocen, en efecto, la fuerza salvadora divina y pretenden hacer valer la suya propia sin querer someterse a la de Dios. 4 Pero Cristo constituye el punto final de la ley y por él restablece Dios en su amistad a todo creyente. (Romanos 10:1-4)
Buscar a Dios honestamente y perderlo de vista es posible, muy posible, así lo indica nuevamente el apóstol Pablo en este breve pasaje. En su búsqueda de la salvación, los judíos, no entendieron el plan del Señor y se fueron en busca del suyo propio, sin entender que Jesús era el punto final de la Ley.
Dios se relaciona con nosotros en base a la gracia. Eso significa la libertad y la posibilidad de ir delante de Dios con total y brutal honestidad, sin necesidad de tener que ocultar nada de lo que sentimos, pensamos, deseamos, ambicionamos, pudiendo ser nosotros mismos delante del Señor y, como el hijo de la parábola, no ser rechazados, juzgados, condenados, no experimentar que Dios se siente asqueado, horrorizado, escandalizado por lo que tiene delante de sus ojos.
Es recibir todo lo contrario de lo que uno espera y merece y, consecuentemente, comenzar a pensar y creer que uno puede vivir consigo mismo, porque Dios puede vivir con nosotros. Eso genera un maravilloso poder sanados y, con el tiempo, transformador y cambiante.
Lamentablemente, muchas personas han sido enseñadas que Dios se horrorizará y se asqueará de ellos si se presentan tal y como son, por tanto, tratan de mejorar su expediente recurriendo al legalismo y a ser mejor que otros, a poderse comparar para poderse presentar, digamos, "más dignos" ante el Señor, y en ese proceso, como los judíos, pierden la gracia.
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