CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ POCO A POCO VAMOS CAMBIANDO/ ROMANOS 8: 1-17

12 Por tanto, hermanos, si con alguien estamos en deuda, no es con nuestros apetitos desordenados para comportarnos según ellos. 13 Porque si os comportáis según esos apetitos, moriréis; pero si, con la ayuda del Espíritu, dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. 14 Los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. (Romanos 8:12-14)

Siempre me ha sorprendido y nunca he aceptado esa creencia tan popular entre los seguidores de Jesús según la cual, las cosas en la vida cristiana simplemente suceden. Dicho de otro modo, en todos los ámbitos de la vida si queremos conseguir algo debemos de esforzarnos, ser intencionales, trabajar, ejercer disciplina ser proactivos, etc. Sin embargo, en el seguimiento de Jesús esperamos que la madurez, el crecimiento, la formación del carácter de Jesús en nosotros, la vida de agente de restauración y un etcétera tanto largo como deseemos, simplemente sucederán, no sabemos cómo pero sucederán.

Equivale a creer que visitar día tras día un hospital te convertirá en doctor en medicina o visitar las obras de tu ciudad en ingeniero civil.

Pablo continúa su razonamiento en el capítulo ocho de Romanos acerca de la tensión interna entre nuestro deseo de servir a Dios y la influencia que el pecado todavía tiene en nuestras vidas. Pablo, que no tiene un pelo de tonto, no niega esta realidad ni esta tensión y los problemas que crea, pero, al mismo tiempo nos indica que en la medida -proceso- que permitamos que el Espíritu de Dios actúe en nuestras vidas esa influencia del pecado se irá debilitando.

¿Cómo llevar a cabo esto y hacerlo realidad en la vida cotidiana? Por medio de la intencionalidad y la reflexión. La intencionalidad me lleva a mí personalmente a comenzar cada día pidiéndole al Espíritu de Dios que controle, guíe y dirija mi vida y me ayude a vivir según los principios de Jesús. La reflexión, al final del día me ayuda a valorar cómo lo he hecho y qué debería cambiar.

De tan sencillo que es la mayoría no lo practica y continúan esperando que algo pase en sus vidas que los convierta en santos de la noche a la mañana.