JUAN 37. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 30
39 Al decir esto, Jesús estaba hablando del Espíritu de Dios que recibirían los que creyeran en él. Es que mientras Jesús no muriera y resucitara, el Espíritu no se haría presente.
La escena continúa dándose en la fiesta de las enramadas en Jerusalén. Jesús vuelve a tocar un tema que es recurrente, el hambre y la sed de sentido, propósito y significado que todo ser humano tiene y del que ya ha hablado en otras ocasiones recibiendo, en la mayoría de los casos, la incomprensión de la gente preocupada por comer y beber y saciar ambas necesidades físicas.
Me doy cuenta que del mismo modo que Jesús contrasta la sed física con la sed de significado y propósito, aquí el contraste es entre saciarla externamente o hacerlo internamente. Me doy cuenta que no puedo vivir sin buscar la realización, necesito levantarme cada día entendiendo que la vida tiene un sentido y que, al margen de las circunstancias, vale la pena ser vivida.
Esa sed de significado trato de saciarla cada día e identifico diferentes fuentes en la que puedo beber con esta finalidad. Me doy cuenta que la satisfacción que esas fuentes me han dado siempre es temporal y, en ocasiones, el mal gusto que dejan posteriormente no compensan la corta satisfacción que han producido.
Me doy cuenta que Jesús me propone una alternativa diferente, que el sentido no venga de fuera, sino que venga de dentro. Que no haya que ir constantemente a las fuentes a beber, que haya un manantial interior que brote ininterrumpidamente. Jesús se ofrece a satisfacer, por medio del conocimiento de Él, esa sed tan profunda que hace, que al estar calmada, se pueda vivir y disfrutar con mucha mayor intensidad de todas las cosas buenas que la vida ofrece.
Un principio
Ir a la fuente regularmente o tener un manantial interno.
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