TÚ, SÍGUEME

JUAN 21

¿A ti qué? Tú, sígueme.

El último capítulo del evangelio de Juan narra varias apariciones del Jesús resucitado a sus discípulos. Entre ellas destaca el diálogo entre Pedro y el Maestro. Es el famoso pasaje en que, por tres veces consecutivas, Jesús le pregunta a Pedro si le ama. No es difícil ver en las tres preguntas un paralelismo con las tres negaciones del apóstol la trágica noche en que Cristo fue arrestado y llevado a juicio.

No ha sido, sin embargo, esto lo que ha llamado mi atención. Sino un intercambio de frases entre ambos acerca de Juan, precisamente el autor del evangelio. Pedro se interesa por cuál será el futuro de su condiscípulo y eso da pie a la respuesta de Jesús señalándole que no se preocupe por los demás y volviéndole a retar a seguirle.

Esta es la aplicación para mí el día de hoy. Jesús sigue pidiéndome que le siga, que colabore con Él en la restauración del universo a lo que debió ser desde el principio y el pecado impidió. Jesús me reta a que no me preocupe de los demás, no tenga en cuenta si hacen o si dejan de hacer. Jesús quiere que me centre en seguirle sin importar si los demás a mi alrededor lo hacen o no lo hacen, si están comprometidos o no lo están, si viven a la altura de lo que el Maestro espera o no.

Me doy cuenta que este desafío es un llamamiento a mi responsabilidad personal con Jesús. El llamamiento para seguirle me es hecho a mí y de mí se espera una respuesta. Ni puedo, ni debo usar a los demás como excusa o razón para no responder a la invitación-reto de Jesús de seguirle.

Un principio

El reto de Jesús es personal y exige una respuesta personal.

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