¿QUIÉN HACE LA VOLUNTAD DE DIOS?


Jesús les preguntó:

--¿Qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: 'Hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo.' El hijo le contestó: '¡No quiero ir!' Pero después cambió de parecer, y fue. Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Este contestó: 'Sí, señor, yo iré.' Pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?

--El primero --contestaron ellos.

Y Jesús les dijo:

--Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. Porque Juan el Bautista vino a enseñarles el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; en cambio, esos cobradores de impuestos y esas prostitutas sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron todo esto, no cambiaron de actitud para creerle.

Este pasaje es muy inquietante. Jesús ha entrado en Jerusalén y tiene confrontaciones con todos sus enemigos. Su fin se acerca y estos se vuelven más y más agresivos.

Pero esta parábola es un gran desafío para mí como seguidor de Jesús y me plantea muchas dudas y preguntas. En la misma, aquel que hace la voluntad de Dios es aquel que, a pesar de su primera negativa, posteriormente acepta ir. Contrariamente, el que parecía tan bueno, sumiso y dócil, finalmente no hace lo que el padre esperaba de él.

¿Puede ser que los que nos llamamos seguidores de Jesús seamos como el primer hijo? Decimos que si a todos, nos consideramos buenas personas, conocemos la verdad, estamos de acuerdo con la voluntad del Padre, rechazamos el pecado y este mundo tan pecador y corrompido, sin embargo... no hacemos nada, no trabajamos con Jesús para que este universo sea lo que Él quiso y el pecado impidió.

¿Qué pasa con aquellos que sin creer, sin reconocer a Jesús, sin ser evangélicos o religiosos como nosotros resulta que están más en línea con la voluntad del Padre que nosotros mismos?

¿Qué significa para mí hoy en día el hecho de que las prostitutas y los publicanos van por delante mío en el reino de los cielos? ¿No me estaré equivocando y confundiendo el creer con el vivir y el hacer? ¿Es posible que muchos que yo juzgo como pecadores vayan por delante mío? ¡Qué pasaje tan inquietante!

UN PRINCIPIO
Señor, ayúdame a discernir qué tipo de hijo soy.

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