PREDICABA Y CURABA
Mi lectura de hoy han sido los versículos del 12 al 25 del capítulo 4. En ellos se narra el comienzo de lo que se ha denominado el ministerio público de Jesús.
El Maestro deja Judea, la parte más religiosa, para irse a Galilea, la parte más secularizada, menos religiosa de Palestina. Me pregunto si no es intencional el hecho de irse a trabajar con aquellos que, teóricamente estaban más lejos de Dios. Allí en los alrededores del lago de Genesaret llama a seguirle a sus cuatro primeros discípulos.
Pero el desafío para mí al leer estos versículos viene de observar que Jesús recorría todas las aldeas y pueblos predicando la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias de la gente. Vivo en un mundo lleno de dolencias, rodeado de gente que sufre a diferentes niveles, emocional, espiritual, física, intelectual y materialmente y la imitación del Maestro me ha de llevar, no sólo a predicarles la Palabra, que ya sería mucho, sino también a no desentenderme de esas dolencias y, al nivel que esté a mi alcance, suplirlas y aliviarlas.
Quiero imitar a Jesús en ese aspecto tan práctica, aunque sea costoso, duro y doloroso para mí. Me pregunto por qué tan a menudo pienso que la vida cristiana ha de ser fácil y centrada en mi.
El Maestro deja Judea, la parte más religiosa, para irse a Galilea, la parte más secularizada, menos religiosa de Palestina. Me pregunto si no es intencional el hecho de irse a trabajar con aquellos que, teóricamente estaban más lejos de Dios. Allí en los alrededores del lago de Genesaret llama a seguirle a sus cuatro primeros discípulos.
Pero el desafío para mí al leer estos versículos viene de observar que Jesús recorría todas las aldeas y pueblos predicando la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias de la gente. Vivo en un mundo lleno de dolencias, rodeado de gente que sufre a diferentes niveles, emocional, espiritual, física, intelectual y materialmente y la imitación del Maestro me ha de llevar, no sólo a predicarles la Palabra, que ya sería mucho, sino también a no desentenderme de esas dolencias y, al nivel que esté a mi alcance, suplirlas y aliviarlas.
Quiero imitar a Jesús en ese aspecto tan práctica, aunque sea costoso, duro y doloroso para mí. Me pregunto por qué tan a menudo pienso que la vida cristiana ha de ser fácil y centrada en mi.
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