DIOS ENSEÑA Y CORRIGE

En el salmo 94 el salmista afirma que el Señor es, quien enseña al ser humano. Posteriormente, en el versículo 12 escribe, Feliz a quien tú, oh Dios, corriges, a quien instruyes en tu ley.

Dos cosas han llamado mi atención, que Dios me enseña y me corrige. Dios me enseña de muchas maneras, a través de su Palabra, a través de las circunstancias que vivo u observo en otros vivir, a través de lo que pasa en el mundo, incluso a través de mi propio pecado, fallos e inconsistencias.

La corrección de Dios va muy unida a su enseñanza. Tiene como propósito desarrollar el carácter de Jesús en mi vida, hacerme más como Él, hacerme más como debería haber sido y el pecado impidió que fuera. Del mismo modo que usa muchas cosas para enseñarme también usa muchas para corregirme.

Pero me doy cuenta que no hay posibilidad de aprender y rectificar a menor que procese y reflexione sobre lo que me está pasando, sobre lo que vivo y observo en mi vida, en la vida de otros y a mi alrededor.

Pero procesar no es fácil. Implica pararme, pensar, meditar, tratar de escuchar la voz de Dios en medio de todo el ruido y me falta adiestramiento en este sentido. Es curioso porque soy consciente que cualquier arte o técnica requiere tiempo para dominarlo, sin embargo, las artes y técnicas relacionadas con Dios de alguna manera pareciera que deben darse de forma espontánea, sin trabajo, sin práctica, sin esfuerzo.

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