LOS DEFENSORES DE DIOS
Sigo con mi lectura de este libro tan curioso. A partir del capítulo 32 entra en escena un nuevo personaje, Elihú. Se trata, según indica el mismo texto, de un amigo de Job, pero de menor edad que los anteriores. Por esta razón no había intervenido anteriormente en las discusiones con Job.
En el capítulo 32 versículos 2 y 3 se nos indica la razón por la cual decidió intervenir en la conversación, se indignó contra Job porque pretendía tener razón frente a Dios. También se indignó contra los tres compañeros, porque al no encontrar respuesta habían dejado a Dios por culpable.
Elihú se sintió con la responsabilidad de defender a Dios y se indignó porque, según su criterio y opinión, sus amigos no lo habían hecho lo suficientemente bien y, consecuentemente, él se encargaría de hacerlo.
Elihú me hace pensar en tantas personas que sienten esa carga y responsabilidad y que olvidan que Dios no tiene necesidad de que nadie lo defienda. Que el Señor hace las cosas cuando quiere y como quiere sin que sea preciso que le echemos una mano. Que el Espíritu de Dios trabajando en el corazón del ser humano es mucho más poderoso que cualquier argumento que nosotros podamos preparar y elaborar.
En ocasiones, me dan miedo las personas como Elihú, que en su celo por defender a quien no necesita defensa, hacen daño a diestra y siniestra.
En el capítulo 32 versículos 2 y 3 se nos indica la razón por la cual decidió intervenir en la conversación, se indignó contra Job porque pretendía tener razón frente a Dios. También se indignó contra los tres compañeros, porque al no encontrar respuesta habían dejado a Dios por culpable.
Elihú se sintió con la responsabilidad de defender a Dios y se indignó porque, según su criterio y opinión, sus amigos no lo habían hecho lo suficientemente bien y, consecuentemente, él se encargaría de hacerlo.
Elihú me hace pensar en tantas personas que sienten esa carga y responsabilidad y que olvidan que Dios no tiene necesidad de que nadie lo defienda. Que el Señor hace las cosas cuando quiere y como quiere sin que sea preciso que le echemos una mano. Que el Espíritu de Dios trabajando en el corazón del ser humano es mucho más poderoso que cualquier argumento que nosotros podamos preparar y elaborar.
En ocasiones, me dan miedo las personas como Elihú, que en su celo por defender a quien no necesita defensa, hacen daño a diestra y siniestra.
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