EL LIBRO DE LA VIDA

He acabado la lectura del libro de Apocalipsis, complicado, complejo, difícil de entender. Siempre me ha ayudado cuando lo leo recordar un principio fundamental de exégesis. Los libros de la Biblia están escritos, en primer lugar, para un público determinado, concreto y específico, a pesar de que tengan una validez para toda la humanidad.
Se piensa que ese público específico fueron las iglesias cristianas que sufrían durísimas persecuciones durante los años postreros del siglo I de nuestra era. Para aquellas personas que vivían en situaciones muy duras y que, de alguna manera, podían pensar que estaban llegando al fin de todo y no había esperanza, el libro de Apocalipsis pretendía darles, precisamente eso, un sentido de esperanza, de paz, de seguridad en el triunfo final de Dios.
Ese es, en mi opinión, el valor del libro, el darnos un sentido de paz, seguridad y confianza en medio de cualquier tribulación ya que, a pesar de lo que las circunstancias puedan indicarnos, a pesar del aparante triunfo del mal, Dios triunfará y cumplirá, como ya he señalado en otras ocasiones, sus designios en la historia.
Pero, hoy he leído un versículo que para mí ha sido un toque de atención, y también fueron arrojados al lago de fuego aquellos cuyo nombre no está inscrito en el libro de la vida. (Apocalipsis 2:15)
Ha sido importante volver a recordar lo que la Palabra de Dios afirma, hay un juicio y en el mismo cada uno recibirá conforme a lo que merece y, todos aquellos que no están inscritos en el libro de la vida, serán arrojados al lago de fuego.
No quiero olvidar esa realidad y quiero tenerla presenta en la relación con aquellos a los que amo y cuyo nombre no está inscrito en ese libro.
Se piensa que ese público específico fueron las iglesias cristianas que sufrían durísimas persecuciones durante los años postreros del siglo I de nuestra era. Para aquellas personas que vivían en situaciones muy duras y que, de alguna manera, podían pensar que estaban llegando al fin de todo y no había esperanza, el libro de Apocalipsis pretendía darles, precisamente eso, un sentido de esperanza, de paz, de seguridad en el triunfo final de Dios.
Ese es, en mi opinión, el valor del libro, el darnos un sentido de paz, seguridad y confianza en medio de cualquier tribulación ya que, a pesar de lo que las circunstancias puedan indicarnos, a pesar del aparante triunfo del mal, Dios triunfará y cumplirá, como ya he señalado en otras ocasiones, sus designios en la historia.
Pero, hoy he leído un versículo que para mí ha sido un toque de atención, y también fueron arrojados al lago de fuego aquellos cuyo nombre no está inscrito en el libro de la vida. (Apocalipsis 2:15)
Ha sido importante volver a recordar lo que la Palabra de Dios afirma, hay un juicio y en el mismo cada uno recibirá conforme a lo que merece y, todos aquellos que no están inscritos en el libro de la vida, serán arrojados al lago de fuego.
No quiero olvidar esa realidad y quiero tenerla presenta en la relación con aquellos a los que amo y cuyo nombre no está inscrito en ese libro.
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