DE NUEVO MÁS SOBRE PRESUMIR

En 2 Corintios 10:17 y 18 Pablo escribe:

Por lo demás, el que quiera presumir que presuma del Señor, pues no queda acreditado como bueno el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.

El apóstol insiste en un tema recurrente en sus cartas a los corintios. De lo único que podemos presumir es de aquello que somos en Dios, de aquello que ha hecho en nosotros, por nosotros y, a través de nosotros.

La última parte de la frase de Pablo es muy significativa. Nuestro testimonio acerca de nosotros mismos carece de valor ¡Qué podemos decir de nosotros! el auténtico crédito es el que viene de Dios. El auténtico reconocimiento es el que el Señor nos concede. El otro, no tiene valor.

¿Cómo nos acredita Dios? Pienso que, fundamentalmente, a través del impacto que Él produce en la vida de otros por medio de la nuestra. Los títulos que podamos obtener, la posición que podamos tener, los méritos que nos reconozcan los hombres, están bien, pero carecen del valor del reconocimiento que viene de Dios, el cual, en ocasiones, no coincide con el de las personas. Sin embargo, es el de Dios el que vale y debería buscar.

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