LA LOCURA DE SER SEGUIDOR DE JESÚS

 


Nosotros anunciamos a Cristo crucificado que para los judíos es una piedra en que tropiezan, y para los paganos es cosa de locos. (1 Corintios 1:23)

Una de las acepciones de locura tiene que ver con un comportamiento o pauta de pensamiento que está en abierta contradicción con las normas establecidas. Para los griegos el evangelio era cosa de locos. Lo era porque para ellos la apatheia, la incapacidad total para sentir, era una de las características de los dioses. Atribuirle a Dios sentimientos, y más producidos por los seres humanos, era simplemente locura. Lo era, también, porque la encarnación de la divinidad en un ser humano era algo total y absolutamente inimaginable. Si los dioses se volvían humanos perdían su esencia porque, como era bien sabido, todo lo material era malo por definición.

Seguir a Jesús siempre será locura porque siempre estará en contradicción con los pensadores del tiempo en el que vivamos. Hoy es locura defender el misterio, la dignidad de la persona no nata, la relación entre el cuerpo y la identidad sexual, el matrimonio y tantas otras cosas. Para los escasos defensores de la mentalidad moderna el cristianismo es locura porque continuan considerándolo irracional. Para los postmodernos es locura afirmar que existen el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto con valor universal. 

Jesús siempre será piedra de tropiezo porque confronta nuestro orgullo.

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