ENCUENTROS CON JESÚS: UN JOVEN RICO



Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces, él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. (Lucas 18:18-30)


Un arquetipo es un modelo o ejemplo universal. En este sentido, el joven rico es un claro ejemplo del arquetipo del discípulo cristiano. Como aquel hombre, es probable que todos nosotros seamos personas genuinamente piadosas e interesadas en ganar la vida eterna.

Como Él, hacemos todo aquello que, según nuestra tradición, educación y cultura religiosa, es preciso y necesario para acercarnos a la vida eterna; sin embargo, puede ser que todo eso, siendo bueno, no sea suficiente.

Del mismo modo que el joven rico y dirigente, somos invitados a seguir a Jesús, convirtiéndonos en sus discípulos en un proceso que dura toda la vida. Este proceso va mucho más allá de la observancia de ciertas reglas o la aplicación de una cierta moral.

Consiste en un cambio de nuestra forma de pensar y nuestra forma de vivir. Incluye y abarca todos los aspectos: nuestra visión del mundo, nuestros valores y nuestras conductas. Tiene un objetivo final: que Cristo sea formado en nosotros.

Este proceso es doloroso e implica ajustes en nuestras vidas y esos ajustes nos llevan a la necesidad de tener que pagar determinados precios. Hay cosas que dejar, relaciones que romper, conductas que des- echar, motivaciones que rectificar..., etc.

La invitación de Jesús a cada uno de nosotros siempre lleva implícita la petición de pagar un precio y comenzar a acumular tesoros en el cielo. Cada uno sabe su precio, y cada uno debe hacer su evaluación privada y personal. Jesús nos enfrenta con la lógica del reino de Dios que es contraria a la lógica de nuestra sociedad. Nos invita a perder, a dejar, a abandonar para poder ganar.

De nuevo ¿Cuál o cuáles son los precios en nuestra vida?


 

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