AMNISTÍA

 



como está lejos el este del oeste, él aleja nuestras faltas de nosotros. (Salmo 103:12)


Siguiendo con nuestra serie (por favor, mira los comentarios anteriores para tener el contexto) ¿Qué sucede cuando confesamos nuestros pecados? Recibimos el perdón.

Hay dos palabras claves relacionadas con el perdón: indulto y amnistía. El indulto cancela la pena del delincuente, por tanto, si está en prisión puede salir libre a la calle. Sin embargo, no elimina los antecedentes penales de la persona. Sigue siendo un delincuente a lo ojos de la ley y esos antecedentes se pueden convertir en agravantes de cara a próximos delitos. Es decir, se suspende la pena pero no la sentencia de culpabilidad. (por favor, abogados, no pretendo ser técnico sino explicativo)

La amnistía es muy diferente, no únicamente se suspende la pena de la sentencia; es decir, el reo puede salir libremente a la calle si estaba en prisión, sino que además se borran sus antecedentes, se eliminan todos los registros, es como si esa persona nunca hubiera delinquido, su historial penan está total y completamente limpio.

Cuando el Señor nos otorga el perdón de los pecados, no nos está indultando, antes al contrario, nos está amnistiando. Borra la culpa y borra los antecedentes. Para Él es como si ese pecado nunca más hubiera existido; no queda registro del mismo en la contabilidad celestial. El salmista lo expresa con esa linda figura de lenguaje del Salmo 103. Hay muchas otras citas en las Escrituras que enfatizan esta realidad de la amnistía. 

Nunca más me acordaré de tus pecados, dice Isaías en 43:25. Ya no existen. El sentido de culpa y/o vergüenza, si existe todavía después de la confesión, no proviene del Señor, sino de Satanás, el padre de todas las mentiras que pretenderá que dudemos del perdón. Confronta esa mentira con la verdad de Dios.



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