SABIDURÍA PARA LÍDERES
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría. (Salmo 90:12)
Mi amigo Lucas Leys dice que la vejez se acumula pero la sabiduría se cultiva. Tiene razón; todos, de forma inevitable, envejecemos, pero no todos nos volvemos sabios. La sabiduría es una opción y resultado de cultivar determinados hábitos a lo largo de nuestra vida. Sabiduría y conocimiento no son sinónimos. Desde un punto de vista bíblico aquella es el resultado de saber ordenar nuestra vida de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios. Cuando uno los conoce y, sobre todo, los aplica se va volviendo más y más capaz de manejar la vida con sus contradicciones, paradojas, desafíos, reverses y alegría.
Cuando mis hijos eran pequeños les decía que había dos tipos de personas: brújulas y veletas. La brújula siempre señala al norte; podrá tener una breve oscilación a izquierda o derecha pero finalmente se centra marcando y señalando septentrión. Las personas brújulas son aquellas que tienen claro el norte, uno marcado por la Palabra de Dios, y, consecuentemente, pueden navegar bien en las complejidades de la vida. La veleta no tiene una dirección específica; simplemente se orienta en función de dónde sopla el viento. Las personas veletas serían aquellas que carentes de un claro norte son llevadas de un lado a otro por las circunstancias. Para este tipo de personas es bien complicado poder navegar el mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo en el que nos ha tocado vivir.
Con esta serie de reflexiones pretendo compartir sabiduría para la vida cotidiana. Hablo desde la experiencia. No pretendo, como diría bien el apóstol Pablo, haberlo alcanzado ya o ser ya perfecto; pero puedo afirmar que prosigo adelante y que, gracias a Dios y su gracia, voy tratando de acumular sabiduría para mejor vivir y lo aprendido de Él es lo que deseo compartir contigo.
¿Brújula o veleta?
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