SALMO 98/ SANTIDAD Y JUSTICIA

Ante el Señor que viene, que llega a juzgar a la tierra; juzgará al mundo con justicia y con rectitud a los pueblos. (Salmo 98:9)

Son ya varios los salmos que hablan acerca de la justicia del Señor. Por decirlo de alguna manera es uno de sus atributos predominantes, como lo es la santidad. Tratando de ser didáctico afirmaría que la santidad y la justicia del Señor son dos cosas inseparables, dos caras de una misma moneda. De su santidad nace nuestra moral; la pública y la privada. Nuestro concepto del bien y del mal fluye de un Dios que es santo. La santidad del Señor nos lleva a vivir una vida alejada del pecado y a denunciar de forma pública cosas que, en nuestra opinión, atenta contra la misma. La iglesia se moviliza contra el aborto y todos los temas relacionados con la homosexualidad porque entienden que atentan contra la santidad de Dios.

Pero la justicia forma parte del mismo carácter de Dios. De la misma nace nuestra ética, nuestro concepto de lo justo y lo injusto en las esferas personal y privada. Sin embargo, observo con tristeza y preocupación que enfatizamos -lo cual es correcto- la santidad del Señor, pero no ponemos tanto empeño en su justicia. Este desequilibrio hace que no nos movilicemos ni denunciemos todo aquello que atenta contra un Dos justo. Nuestra voz no se alza contra la corrupción política, los abusos económicos, la falta de derechos de ciertos colectivos, la violencia en todas sus manifestaciones, la pobreza. En fin, contra tantas y tantas cosas que omitimos porque estamos tan centrados en la santidad de Dios que hemos olvidado su justicia. Pienso que Jesús diría que esto es necesario hacer sin dejar de hacer aquello.

En tu vida personal ¿Cómo debería evidenciarse que sigues a un Dios justo?