EL SERMÓN DEL MONTE 52/ LOBOS/ MATEO 7
Tened cuidado con los falsos profetas. Se acercan a vosotros haciéndose pasar por ovejas, cuando en realidad son lobos feroces. Por sus frutos los conoceréis, pues no pueden recogerse uvas de los espinos, ni higos de los cardos. Todo árbol sano da buenos frutos, mientras que el árbol enfermo da frutos malos. Por el contrario, el árbol sano no puede dar fruto malo, como tampoco puede dar buen fruto el árbol enfermo. Los árboles que dan mal fruto se cortan y se hace una hoguera con ellos. Así pues, también vosotros conoceréis a los falsos profetas por sus frutos. (Mateo 7:15-20)
Ya desde los tiempos del Antiguo Testamento los malos gobernantes y los falsos profetas eran denominados lobos. El lobo no sirve al rebaño, antes al contrario, es un depredador del mismo; como dice Jesús en su discursos sobre el buen pastor, el lobo viene a matar y destruir, a quitar la vida de las ovejas, mientras que el buen pastor da la vida por las mismas. Creo que el contraste básico que aquí se presenta es que mientras uno sirve al rebaño -el profeta auténtico- el otro -el falso profeta- se sirve del mismo para sus propios intereses. Ya desde los comienzos de la iglesia el papel del profeta era reconocido como una de las expresiones del liderazgo de la misma; así lo describe Pablo cuando escribe a los efesios en el capítulo 4 de su carta. También Pablo, cuando se despide de los ancianos de Efeso yendo de camino hacia Jerusalén, les advierte sobre el peligro de los falsos profetas; lobos que irán disfrazados de ovejas y que tratarán de dañar el rebaño.
De alguna manera podemos usar este pasaje para discernir el verdadero liderazgo del falso. Ambos, a simple vista, pueden confundirse; no olvidemos que estos últimos van disfrazados de auténticos y, consecuentemente, pueden dar lugar a engaño. Jesús nos indica que sus obras, su estilo de vida, debe ser la prueba de su autenticidad, lo que ayude a conocer y separar a unos de otros. Afirmaría que la imitación de Jesús es la marca del auténtico liderazgo; Jesús afirmó que no había venido para ser servido sino para servir; un líder verdadero sirve al rebaño y no se sirve de él. Los apóstoles Pedro y Pablo nos advierten de que esta actitud de entrega desinteresada al rebaño -en imitación del Maestro- debe ser una de las características identificadores del auténtico líder cristiano; contrariamente, las motivaciones deshonestas indicarían lo contrario. Jesús afirmó que aprendiéramos de Él que era manso y humilde; esta debería ser otra de las características que ayudaría a cribar a los falsos líderes de los auténticos servidores cristianos.
En resumidas cuentas, el auténtico pastor reflejará en su vida personal y en sus hábitos de ministerio al Pastor por excelencia, Jesús. Por el contrario, el falso pastor no reflejará esos hábitos -aunque su disfraz le lleve a usar el mismo lenguaje y formas externas- sino que su liderazgo responderá a modelos culturales, sociales o incluso denominacionales, pero será difícil si no imposible ver rastro de Jesús en el mismo, más allá de lo meramente superficial.
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