AGAR/ APRENDER A VER/ GÉNESIS 21



Entonces Dios le abrió a Agar los ojos y vio un pozo de agua. Enseguida fue allá, llenó el odre y dio de beber al niño. Dios protegió al niño, y este fue creciendo. Vivía en el desierto y era un buen tirador de arco. (Génesis 21:19-20)


Quedarse sin agua en el desierto significa tener los días contados y muerte cierta, segura. Dice el texto que cuando se quedaron sin agua Agar dejó al muchacho debajo de un arbusto y se alejó porque, cosa natural en una madre, no quería ver morir a su hijo. Hay dos cosas interesantes en el texto de la expulsión de Agar, la primera, es que el Señor oye el llanto del niño. A pesar de la forma en que había obrado Abrahán Dios todavía es fiel al hecho de que es su hijo y a sus necesidades. La segunda, que Agar necesita que sus ojos sean abiertos para poder ver aquello que en aquellos momentos no era visible a sus ojos, no podía percibir y que era, nada más ni nada menos, que la fuente de salvación para ambos. Deduzco que si Dios no le hubiera permitido ver aquel recursos hubiera permanecido oculto a su vista permanentemente. Hay cosas que a menos que el Señor las muestre no pueden ser percibidas.

Agar me hace pensar en mí, en nosotros los seres humanos. Inmediatamente al leer el pasaje vino a mi mente el pasaje de Eliseo y los sirios que aparece reflejado en el capítulo 6 del segundo libro de Reyes. La ciudad donde el profeta y su ayudante moran está rodeada por un ejército de sirios y, por tanto, no tienen escapatoria posible. El ayudante, asustado, avisa al profeta y le pregunta qué pueden hacer. Eliseo ora pidiendo que sus ojos puedan ser abiertos y el ayudante ve un ejército del Señor que se interpone entre los sirios y ellos. Nuevamente, unos ojos tenían que ser abiertos para poder ver la intervención de Dios, sus recursos y, en definitiva, su salvación.

Hay ocasiones en nuestras vidas que estamos incapacitados para ver los recursos del Señor. Varias pueden ser las razones de esta incapacidad. En ocasiones estamos tan centrados en el problema, el reto, las circunstancias, que somos incapaces de ver un futuro alternativo, una realidad diferente a la que estamos viviendo. En otras ocasiones se trata de la limitación de nuestros recursos y posibilidades para afrontar una situación dada. Pero en todos los casos el problema consiste en percibir las realidades de Dios que, muchas veces, sólo pueden serlo cuando lo hacemos por medio de la fe y en fe, cuando sin negar nuestra realidad creemos y afirmamos que existe otra superior que el Señor controla y trabaja y que va más allá de nuestros recursos, opciones y posibilidades. Muchas veces necesitamos pedir y permitir que el Señor, como le sucedió a Agar y como le sucedió al ayudante de Eliseo, abra nuestros ojos para que podamos ver.


¿Qué situaciones en tu vida requieren que el Señor abra tus ojos para ver?

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