1 CORINTIOS/ LA UNIÓN CON EL CUERPO Y LA SANGRE DE JESÚS/ 10:14-22
No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; no podéis comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. A no ser que pretendamos provocar la ira del Señor. ¿Nos creemos acaso más fuertes que ÉL? (1 Corintios 10:21-22)
El trasfondo, para no perderse, continua siendo la carne sacrificada a los ídolos. W. Barclay en su comentario al Nuevo Testamento dice al respecto de este pasaje: "así como se forjaba un lazo indestructible entre dos hombres si comían el pan y la sal pertenecientes al otro, una comida después del sacrificio conformaba una verdadera comunión entre el dios y su adorador. La persona que sacrificaba, en un sentido real estaba compartiendo con el altar; tenía una comunión mística con el dios".
Dado que la mayoría de sus lectores eran de origen gentil podían entender perfectamente el argumento que Pablo estaba construyendo. Con esta realidad en mente el apóstol podía afirmar, como lo hace en este pasaje, "La copa bendita que bendecimos ¿no nos hace participar de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿No os hace compartir el cuerpo de Cristo? El paralelismo es evidente, tomar el pan y el vino de una forma mística nos hace estar unidos a Jesús y formar parte de su cuerpo.
Consecuentemente, y este es el argumento final de Pablo, hay ciertas conductas, actitudes, valores, prioridades, aptitudes que no podemos mantener y que debemos de tomar el firme compromiso de desterrar de nuestras vidas porque, como afirma el apóstol, es incompatible participar de la mesa del Señor y de la mesa de la idolatría, es incompatible seguir a Jesús y permitir en nuestra vida conductas que deshonran su nombre.
¿Hay evidencias de esa incompatibilidad en tu vida? En caso afirmativo ¿Cuáles son? ¿Qué deberías hacer con ellas?
Comentarios
Publicar un comentario