ROMANOS/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA VIDA COTIDIANA 6/ ROMANOS 12:11
Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente (Romanos 12:11)
Todos entendemos que las cosas valiosas de la vida exigen un esfuerzo. Conseguir unos buenos estudios, alcanzar nuestras metas profesionales, tener una buena relación de pareja, ayudar a que nuestros hijos se desarrollen como personas, mantenernos en buena forma física, cultivarnos intelectualmente y un etcétera tan grande como deseemos hacerlo. Sin embargo, por alguna extraña razón, hemos asumido que las cosas en la vida espiritual, en el seguimiento de Jesús, han de suceder con poco o ningún esfuerzo por nuestra parte. ¿Será fruto de nuestro anti-catolicismo que nos produce aversión a todo tipo de esfuerzo porque huele a obras? ¿Será el resultado de una vana espiritualización de lo que significa seguir a Jesús? ¡Quién sabe!
Lo cierto es que muchos seguidores de Jesús esperan que pase en la dimensión espiritual lo que entienden que no pasará en ninguna de las otras áreas de sus vidas. Piensan que la madurez, el carácter que exprese a Jesús, el conocimiento del Señor, el ser agentes de restauración y reconciliación y la construcción del Reino de Dios, sucederán de forma espontánea, por ciencia infusa, de golpe y porrazo y todo ello sin que medie ningún tipo de esfuerzo, dedicación, proactividad, voluntariedad por parte de ellos. Eso explica tanto cristiano inmaduro, en los que el carácter de Jesús es difícilmente identificable, que desconocen a Dios o tienen clichés alejados de la realidad acerca de Él, que no construyen el Reino y viven centrados en sí mismos.
El apóstol en su guía práctica para la vida cotidiana nos anima y exhorta a que el esfuerzo, el fervor y la ausencia de pereza sean características de nuestro seguimiento de Jesús. Los resultados o la falta de los mismos nos ayudará a ver hasta qué punto están presentes o ausentes en nuestra propia experiencia.
Los resultados de tu vida ¿Qué muestran?
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