ROMANOS/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA VIDA COTIDIANA 17/ SOBRE LA AUTORIDAD 2/ ROMANOS 13:1-7



Los gobernantes, en efecto, no están para intimidar a los buenos, sino a los malos ¿Aspiras a no tener miedo a la autoridad? Pues pórtate bien, y sólo elogios recibirás de ella, ya que está al servicio de Dios para hacer el bien. Pero si te portas mal, teme lo peor, pues no en vano está dotada de poderes eficaces al servicio de Dios para castigar severamente a los que hacen el mal. (Romanos 13:3-4)


Es mi humilde opinión que el principio de autoridad es algo claramente instituido por Dios, del mismo modo que lo es la institución familiar. Lo que Pablo presenta en estos versículos es la legitimidad de los que ocupan la autoridad para poder ejercerla. Dicho de otro modo, yo ocupo una posición de autoridad -posición establecida por el Señor- pero ¿Tengo la legitimidad necesaria para poder ejercer la autoridad en la que estoy? ¿Qué me da o me priva de dicha legitimidad?

Creo que el apóstol lo explica con claridad meridiana. De estos versículos se puede desprender claramente que el Señor ha establecido la autoridad en un mundo afectado por el pecado con un doble propósito, a saber, premiar el bien y castigar el mal. Esta es la razón de ser de la autoridad civil, promover y proteger el bien común a la vez que evitar y castigar el mal que pueda afectar al conjunto de la sociedad. Es por eso que la autoridad está dotada de poderes coercitivos.

Pienso pues que una autoridad únicamente es legítima, es decir, tiene el derecho de ejercerla cuando se alinea con el propósito o el diseño del Señor que he mencionado antes. Cuando, como sucede a menudo, la autoridad hace todo lo contrario, cuando lleva a cabo políticas corruptas, represivas y un largo etcétera que a todos nos puede venir a la mente, esa misma autoridad queda total y absolutamente deslegitimizada, pues para nada está en sintonía con el plan, el propósito y el diseño de Dios.

Un seguidor de Jesús no puede esconder la cabeza debajo de ala e invocar el principio de la obediencia cuando los gobiernos comenten y promueven la injusticia. Nada que el Señor desapruebe podemos aprobarlo nosotros. 


¿Qué implicaciones debería tener esto en nuestras relaciones con el poder civil?

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