ROMANOS/ ABRAHAM NUESTRO EJEMPLO/ ROMANOS 4: 1-12



Si Abraham hubiese obtenido la amistad divina en virtud de sus obras, tendrá razón para sentirse orgulloso. Aunque nunca ante Dios. Pues ¿Qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios y esto le valió que Dios le concediera su amistad. (Romanos 4:2-3)


El capítulo tres indicaba con total rotundidad que somos restaurados en nuestra relación con Dios única y exclusivamente por medio de la fe y sin el concurso de la Ley. Para reafirmar más, aun si cabe, sus palabras y argumentos Pablo recurre al ejemplo de Abraham, el padre de la fe judía.

Pablo indica que la justificación -el hecho de ser restablecido en su amistad con Dios- fue exclusivamente por medio de la fe y, precisamente, la circuncisión le fue dada como una prueba, una muestra, una evidencia de esa justificación. Lo que el apóstol quiere enfatizar es que ningún mérito que nosotros podamos o queramos acumular va a proporcionarnos aceptabilidad ante el Señor, que esta se gana únicamente por la fe, la confianza en Jesús y lo que hizo por nosotros en la cruz. Que incluso el propio Abraham fue declarado justo gracias a su confianza en Dios y no a las obras o méritos acumulados.

Si fue por medio de la fe -confianza- que fuimos aceptados en una relación con Dios -al margen totalmente de nuestros méritos o falta de los mismos- del mismo modo deberíamos vivir la vida cotidiana, el día a día por medio de la fe -la confianza- en que el Señor nos continúa amando y aceptando día tras día no debido a lo que somos, sino más bien y siempre a pesar de lo que somos. Para muchos seguidores de Jesús es fácil confiar en Él para su salvación, sin embargo, no lo es para su día a día que es una continúa agonía tratando de sentirse amados y aceptados por un Dios que basa todo en la confianza y no en los méritos.


¿Qué gobierna tu vida cotidiana, tu día a día, la confianza o la necesidad de obrar para sentirte aceptado?

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