JESÚS/ EN BUSCA DE LA OVEJA PERDIDA/ MATEO 18:12-14
12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las otras noventa y nueve en el monte e irá en busca de la extraviada? 13 Y, si logra encontrarla, os aseguro que sentirá más alegría por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. 14 De la misma manera, vuestro Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños. (Mateo 18:12-14)
Jesús concluye el pasaje anterior indicando que había venido a buscar aquellos que estaban perdidos, consecuentemente, este pasaje claramente es un desarrollo o continuación de esa afirmación tan importante hecha por el Maestro en relación con los seres humanos necesitados. William Barclay, el autor que cotejo en mi lectura devocional, hace unos comentarios acerca de este pasaje de tanto valor que he decidido citarlo, prácticamente, de manera textual. Según este estudioso bíblico este pasaje tan breve nos dice muchísimo acerca del amor de Dios.
En primer lugar, que su amor es individual para cada uno de nosotros. Su interés no es en masas amorfas sino en personas singulares, únicas, irremplazables.
En segundo lugar, que su amor es paciente, no tiene en cuenta si el extravío ha sido intencional o no, deseado o no, sólo percibe el peligro que significa y, por tanto, toma la iniciativa de ir al rescate.
En tercer lugar, que su amor es intencional y proactivo. El pasaje nos indica que salió a buscarla consciente de la imposibilidad de la misma de encontrar su camino de regreso al redil.
En cuarto lugar, que su amor se goza cada vez que alguien, sin importar su contexto o su trasfondo es hallado y puede regresar a la casa.
Finalmente, en quinto lugar, el amor de Dios es redentor y nos salva para que nosotros podamos repetir el modelo con otros.
No vale la pena añadir nada más, únicamente un sencilla pregunta.
¿A quién debes tomar la iniciativa de ir en su búsqueda para así imitar al Maestro? ¿Qué vas a hacer al respecto?
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