JESÚS DE NAZARET

JUAN 18:1-14

Hoy, ya de regreso en Barcelona, he leído el pasaje que narra el arresto de Jesús. Tenía muy fresca en mi mente las enseñanzas recibidas acerca de la "lectio divina", ese antiguo método de lectura y meditación de la Escritura, que, entre otras cosas, me invita a centrarme en aquella palabra que más haya impresionado mi corazón después de haber procedido a la lectura del pasaje.

Las dos veces que he leído el pasaje mi mente se ha centrado en las mismas palabras, Jesús de Nazaret. Cuando el Maestro iba a ser capturado por dos veces preguntó a sus captores acerca de quién iban buscando. Las dos ocasiones estos respondieron que buscaban a Jesús de Nazaret.

Jesús era conocido por la aldea donde había crecido y pasado los treinta primeros años de su vida. Jesús era conocido como el galileo. Pero Jesús no era un hombre cualquiera. Estamos hablando del Dios hecho ser humano, el Dios encarnado, hecho como uno de nosotros, habitando en medio nuestro, identificándose con nosotros de tal modo, manera e intensidad que era conocido como el galileo, el de Nazaret.

La lección para mí hoy en día es la importancia y necesidad de la encarnación. Jesús se hizo humano para ser como uno de nosotros, identificarse al máximo con nuestras necesidades y comunicarnos el amor del Padre de un modo que nosotros lo pudiéramos entender. El desafío para mí es el mismo, ser Félix el aragonés, o Félix el español, identificarme al máximo con mi gente, su realidad, sus necesidades y sus problemas, porque sólo de este modo podre ministrarles y comunicarles el amor del Padre. Ser como uno de ellos en medio de ellos, sin juzgarlos, despreciarlos o rechazarlos por su forma de ser, vivir o pensar. No me corresponde a mí el juzgar, eso está reservado al Padre, me corresponde a mí amar, identificarme y comunicarles el amor del Padre.

Un principio

Ser Félix, el aragonés, para mi generación.

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